Gennovive Romanov pertenece a una familia de mortifagos Rusa. Toda su vida ha sido planificada, se casará con Jacobbo Smirnof, hijo de uno de los sirvientes del Lord, tendrá hijos y se unirá a la causa cuando el señor Oscuro regrese.
Pero sus plan...
—Genn, despierta—siseo Draco nervioso, había matado al menos a cinco mortifagos para poder llegar a las celdas.
Gennovive gruño cansada, mientras parpadeaba adaptando su visión a la oscuridad.
— ¿Draco?
—Aja, échate para atrás... necesito explotar este lugar—ordenó sacando su varita de la gabardina verde.
Genn asintió confundida parándose en el extremo de la celda.
— ¡Bombarda! —al instante la cerradura y el metal explotaron levantando a casi todos los rehenes.
Draco la ayudo a caminar sobre los escombros y a salir de allí.
—Toma, Severus me la dio—susurro entregándole su varita.
— ¿No deberíamos liberarlos? —preguntó señalando las otras celdas.
—Después, matemos al bastardo primero.
—Necesitamos liberar a Nina.
—No... Nina no es parte del plan.
— ¿cómo?
—Nina no será liberada Genn, ella tiene su propia misión.
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Severus les había conseguido una semana antes un plano de la mansión para que se familiarizaran con ella... estudiaron cada habitación, cada ataque y cada pasillo de huida.
Todo estaba calculado.
O eso pensaron.
— ¿Esos son...?—susurro un mortifago a su compañero detrás de una de las columnas.
—Sí, avísale al lord en silencio... yo me encargaré de ellos—respondió.
— ¡Expeliarmus! —chilló Harry al verse descubierto, el caos se desató en la primera planta... hechizos eran tirados por doquier, Daniel mataba y estrangulaba a cuanto mortifago se le atravesará para librarle el camino a Potter, pero eran demasiados.
— ¡Crucio! —lanzó uno dándole por la espalda a George Weasley quien cayó privado de dolor.
Entre la agonía y la confusión su menté voló tiempo atrás, quedándose atrapado en un recuerdo desgarrador.
—Crucio—siseo una mortifaga dándole por la espalda.
George sentía que sus fuerzas comenzaban a fallar y lo único que quería era que todo dejara de doler... entonces, con la mirada desenfocada vio a su hermano gemelo del otro lado del campo.
