-Tranquila, te traeré algo de comida y luego podrás dormir, si? -asiento y él se marcha.

Me recuesto en mi fría cama metálica y espero a Fabrizzio.

Oh, Jaden... Qué estarás haciendo en este instante? Me extrañas? O ya te has resignado a dejar de intentar tener algo con una lunática como yo?  Admito que soy una persona difícil, él me ha declarado su amor, me ha abierto su corazón y yo solo he fingido que nunca lo escuché decir que me ama. Soy tan cruel. Y no solo con él, también conmigo misma, por privarme de semejante felicidad. Porque solo en sus brazos encuentro paz y solo con su palpitante corazón puedo dormir y solo su respiración me da fuerzas de seguir respirando con él. Fui tan estúpida al no aceptar mis sentimientos, porque sé que hubiera hecho hasta lo imposible para que permanezca a su lado, si yo solo le hubiese demostrado, o por lo menos dicho, lo perdidamente enamorada que estoy de él. Así es. Estoy enamorada de él.

-Perdidamente enamorada de ti -susurro y los párpados empiezan a pesarme. Con la lentitud de mil años todo se va tornando oscuro y mis pensamientos se bloquean.

En la oscuridad logro distinguir una figura con movimientos extraños, veo que se acerca, pero todo está muy oscuro. Entrecierro los ojos para poder ver su rostro, pero no funciona. Me acerco a paso lento pero al par que avanzo, la figura se aleja más. Trato de hablar, pero no puedo, y vuelvo al mismo estado de impotencia de siempre. De repente una ráfaga de luz genuina atraviesa entre nosotros y logro ver a un joven de espalda. Su espalda está cubierta de sangre, como si le hubieran golpeado con un látigo un millón de veces. Siento que el pecho me va a estallar, intento correr hacia él, pero nunca logro llegar. En un momento voltea hacia mí y siento una espada atravesar mi alma. Es Jaden. Tiene el rostro cubierto de sangre y sus intensos ojos verdes han perdido el espléndido brillo que tenían. Grito su nombre con todas mis fuerzas y él cae al suelo como un disfraz viejo que nadie quiere. Vuelvo gritar su nombre, pero él no hace ni un movimiento, y al instante me percato que su pecho ha dejado de subir y bajar. Está muerto. El corazón se me parte en mil fragmentos. Volteo la mirada y una espada solitaria se encuentra a mi lado. La tomo en mis manos y con lágrimas de sangre en todo mi rostro, la atravieso en mi pecho. El dolor no se compara con ver la muerte de Jaden. Caigo de rodillas al suelo mientras sangro, lo miro y me espanto al ver que su cuerpo intacto mientras su piel se agrieta con ampollas. 

Abro los ojos desesperadamente mientras grito su nombre.

-Jaden! 

Instintivamente me llevo las manos al pecho, en el lugar exacto en la que me atravesé supuestamente una espada. Las lágrimas empiezan a correr por mis mejillas y los sollozos salen de mi pecho como el aire de mis pulmones. No paro de sollozar, y cada vez con más intensidad.

-Oh, Jaden... -sollozo aún más fuerte.

Verlo de esa manera, sufriendo inhumanamente hace que el pecho me de punzadas y la cabeza me empieza a martillar con fuerza. Lo único que deseo es que esté bien, que no sufra como en aquel sueño, que nunca tenga que ver sangre en su rostro y mucho menos ver a sus ojos apagarse de esa manera.

La puerta se abre de inmediato y un desesperado Fabrizzio se asoma tras él.

-Estás bien? -pregunta casi sin aliento.

Lo miro con los ojos llorosos y las mejillas húmedas. Nuevamente rompo en sollozos. 

Él se acerca a mí y sentándose a mi lado, me estrecha contra su pecho y me acaricia el cabello. Es extraño, amaba que Jaden me hiciera eso, me hacía sentir protegida, y el sentimiento de soledad desaparecía. Pero con Fabrizzio no es así, algo me falta, simplemente me siento vacía.

-Lo necesito -susurro.

Lentamente se separa de mí y acuna mi rostro entre sus manos.

-Qué necesitas? -me pregunta.

MI BOSQUEWhere stories live. Discover now