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12: Arrepentimiento


Era la hora de partir.

Un día antes fueron a cenar a uno de los mejores restaurantes. Era reconocido por sus deliciosas carnes a la leña. Yuichiro había decidido decirle sus más íntimos sentimientos, pero no tuvo el valor. Y si fuesen recíprocos, Mikaela estaría triste de no poder salir con él a citas como la gente normal. Tener un amor a distancia sería muy egoísta.

Cuando ambos llegaron al aeropuerto, Mikaela solo lo acompañó hasta la entrada porque Momotaro no podía ingresar. El pequeño perrito no paraba de lloriquear, como si entendiese lo que ocurría. Éste batía sus patitas para llegar hasta Yuichiro. Él no lo pudo contener y una lágrima brotó. Y al ver a Mikaela, muchas más siguieron su curso.

Con maleta en mano, Yuichiro y Mikaela se miraron fijamente. Era el adiós. Si no se lo decía en este momento, no tendría la oportunidad de quedarse con él. Alguien más vendría y se lo llevaría. El simple pensamiento lo aniquilaba.

Besarlo. Eso le hubiese gustado hacer.

—Yuichiro —comenzó Mikaela—. Espero que tengas un buen viaje. Tú sabes que mis puertas estarán siempre abiertas para ti.

Yuichiro se mordió el labio. No quería seguir llorando. Necesitaba ser fuerte.

—No, gracias a ti y a Momotaro. Tuve los mejores momentos de mi vida y no sé cómo pagartelo.

Mikaela se vio pensativo por unos momentos y se acercó a él con paso firme. Su proximidad hizo que Yuichiro dé un brinco de la impresión y ello solo hizo que Mikaela retrocediese. Él desvió su mirada y escondió su rostro. Las mejillas de Mikaela se había encendido momentáneamente.

—¿Mikaela?

—Te extrañaremos —le dijo finalmente, mirándolo a los ojos—. Escribemos, ¿sí? Tal vez me cree una cuenta y podemos hablar a distancia.

Yuichiro asintió.

—Sí...

Fue lo único que pudo balbucear. Acorbardandose en los últimos minutos que le quedaban juntos, Mikaela se le acercó con Momotaro en brazos y lo abrazó con fuerza.

—Ven a visitarme.

Yuichiro solamente volvió a asentir como robot y le dio la espalda.

Los pasajeros al vuelo xxxx con destino a xxxx, por favor acercarse a la puerta 15.

La voz de la joven solo hizo que Yuichiro se desespere más. Tal vez es posible que jamás lo vuelva a ver. Y con pasos decididos, volvió a Mikaela y lo jaló de las mechas para darle un tímido beso que solo duró un segundo.

Mikaela lo miró perplejo, pero antes de que pidese decirle algo, Yuichiro se había escabullido como rata de alcantarilla. Él nunca miró atrás e hizo caso omiso de las veces que escuchó su nombre.

Tal vez era un amor no correspondido.

Y así lo pensó cuando pasaron los días. Mikaela nunca se volvió a contactar con él. No creo una cuenta en Facebook ni otro medio social. Era de esperarse. Solo lo veía como un amigo. Solo fueron eso.

Con pesadez, Yuichiro se levantó de su cama y se fue a alistar para ir a una nueva entrevista de trabajo. Ya estaba por graduarse y tendría la libertad de elegir un mejor empleo para iniciar un crédito hipotecario.

Es mejor seguir adelante pues puede que jamás escuché de Mikaela otra vez. Y cuando así lo pensó, el timbre de su celular sonó.

Cuando vio el mensaje de texto, era un número desconocido. Lo ignoró y se fue directo a la ducha. O eso es lo que hubiese hecho cuando lo llamaron una y otra vez.

Y contestó.

—¡Yuichiro!

Entre huesos y pulgasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora