Capítulo 30.

10.3K 461 44
                                    

Gabriela P.O.V

Coloque los pies en el espaldar de mi cama. Ya había perdido la cuenta de la veces que había cambiado de posición.

Y esa sensación insoportable permanecía en mi.

Mirando al blanco y lejano techo blanco sobre mis ojos.

Mirando fijamente, sin un punto en especifico.

Solo mirándolo y pensando.

Pensando en Alessandro.

Pensando en Ignazio.

Pero también recordando.

Recordando lo que me hizo Alessandro. Y lo feliz que se veía Ignazio anoche.

Pero anoche mientras Ignazio me traía a casa.

Pase todo el camino en silencio. No me provocaba hablar, solo estar en silencio, mientras mis pensamiento me sacudía por dentro. Pero dentro de mi sentía que solo me estaba engañando, porque en mi corazón siempre iba a permanecer Alessandro.

Respire profundamente.

¿Siempre iba a doler?.
Eso no lo tenia muy claro. Lo único que sabia con absoluta certeza era que siempre lo iba a amar.

Amar su sonrisa brillante y tierna.
Amar la forma en la que recordaba con perfecta exactitud cada uno de mis gustos.
Amar cuando me besaba por nada, o cuando lo hacia por todo.

Pero el ya no esta.

Y debo seguir.

Trague saliva.

Nunca iba a volver a ser.

Eso mataba.

Sentirme vacía y triste, ya se me hacia costumbre.

De repente se oí el particular chirrido que hacia mi puerta al abrirse y detrás de ella apareció Ignazio.

Mierda IGNAZIO.

Me levante de confusa de la cama, mirando a mi madre que estaba detrás de el.

Y estire mi pantalón largo de pijama rosa y alargue mas la camisa de tiros a juego.

Ignazio me miro con una sonrisa.
Tenia un enorme ramo de rosas rosas en las manos.

-Hola.-dijo muy bajo, como para que solo lo oyera yo. Sin dejar de sonreír.

Le sonrei de vuelta.

-Hola.-dije con la voz ronca.

Por atrás aun podía ver a mi madre. Tenia un enorme sonrisa en los labios, que dejaba ver sus increíbles dientes blancos.

Claro. Debe estar alegre.

Casi sentía que podía leer sus pensamientos.

Cariño, me alegra que ya no salgas con hombres que te doblen la edad.

Si supieras mami.
Si supieras que me siento rota.

-Bueno los dejo.-dijo mi madre despidiéndose, sin dejar de sonreír a Ignazio.

Cerro la puerta lentamente sin dejar de asomar la cabeza para sonreír contenta.

-¿Que haces aquí?.-le pregunte sentando me en la cama.

-En el hospital me dieron el día libre.-dijo mientras me extendía el ramo de rosas.-para ti.-dijo mirándome.

Y pude notar que aun llevaba la bata blanca son su nombre a un lado.

Siempre fue él.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora