20° Secreto descubierto

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—La gente siempre espera que reacciones como ellos reaccionarían. Sino es saltarte una norma social y eso los inquieta —menciona Matías.

—Pero piensa que ahora ella es un ángel que te cuida desde el cielo —Me dice Alejandra con un tono tan dulce y seguro que hasta suena verdad.

—No creo en ángeles ni en el cielo, ni ninguna de esas cosas.

—¿No crees en Dios? —parece sorprendida, como si fuera la primer atea que ve en su vida.

—No, mi madre si creía y eso le daba fuerzas, el pensar que se reuniría con Dios y con sus padres, yo solo le seguía la corriente.

—¿No crees en Dios por lo que le pasó?

—No es por eso. El mal y el sufrimiento son necesarios en contra posición al bien, sino su existencia no tendría sentido. Pero simplemente no puedo creer en un ser superior que creó todas las cosas o a quien le recemos y nos conceda favores. Creo que al morir simplemente desaparecemos, nuestro cuerpo se recicla y la consciencia se esfuma.

Alejandra me abraza de improviso y me da un beso en la mejilla.

—No importa, ¿sabes? Yo voy a creer por las dos.

Envidio su ingenuidad y su fe. Me gustaría poder creer como ella. Pensar que mamá me cuida desde el cielo y tiene hermosas alas blancas, que interviene cuando lo necesito y que al morir voy a encontrarme con ella. Cómo me gustaría ser creyente para simplemente tener esperanza, algo a que aferrarme, un ancla a la felicidad, aunque al morir desaparezca.

 Cómo me gustaría ser creyente para simplemente tener esperanza, algo a que aferrarme, un ancla a la felicidad, aunque al morir desaparezca

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Avanzamos casi todo el trabajo y estará listo para el lunes. Los chicos acaban de irse y antes de dormir quiero husmear un poco más en la cuenta de Deviant Art. Cada vez que la abro hay más comentarios, la mayoría en inglés y francés.

Ya que estoy en estas también voy a ver mi Facebook. Las chicas me dijeron que me habían mandado una solicitud de amistad y se quejaron porque no las había aceptado. No fue mi intención, es que nunca reviso esa red social, ni ninguna otra. Arturo también se queja de que nunca entro ni para ver las fotos en las que me etiqueta. No veo para qué, nadie sube nada interesante. Laura pone imágenes cursis o fotografías de frases de libros que ni siquiera ha leído. Isabel tiene como mil fotos de ella frente al espejo mostrando el escote y quejándose de estar gorda y Arturo comparte insultos y memes con sus amigos.

Tengo como cincuenta notificaciones y ojalá fueran mensajes en mi biografía para subirme la autoestima, pero son solo invitaciones a juegos. Lo que sí son reales son las seis solicitudes de amistad. Están Alejandra, Nicole, Gabo, Itu y las últimas me sorprenden, son de Julieta y Matías. Acepto todas y de inmediato me meto al perfil de Matías. Como imaginé tiene más de mil quinientos amigos, yo no he debido conocer tanta gente en mi vida entera. Me siento empequeñecida con los cincuenta y dos amigos que tengo añadidos, de los cuales solo debo hablarme con diez.

Su imagen de portada es un hermoso Illimani pintado al óleo en tonos azules y violetas con detalles naranjas y blancos, y en su foto de perfil está él en una pose casual, todavía con rastas. En su álbum tiene más de dos mil fotos y no pierdo el tiempo para entrar. A diferencia de su cuenta de Deviant art no tiene obras de arte, son fotos suyas con amigos, gente que en mi vida he visto y con comentarios en francés, idioma del cual no entiendo ni pío.

Se me pasan las horas revisando sus fotografías. Con tal voy pasando las páginas me doy cuenta que en casi todas hay gente en común y lugares en común. Retrocedo un año y siguen apareciendo. Se ve la misma habitación, el mismo balcón donde aparentemente bebía con amigos, algunos salones de arte y la puerta principal de lo que parece ser un instituto o universidad: École Supérieure des Beaux-Arts Tours Angers Le Mans.

La busco en Google y descubro que es una escuela de bellas artes en París. No necesito indagar más, solo con ver las fechas y las fotos me doy cuenta que Matías no se fue de mochilero por Europa como le hizo creer a Henry, sino que estuvo estos tres últimos años estudiando arte en París.

 No necesito indagar más, solo con ver las fechas y las fotos me doy cuenta que Matías no se fue de mochilero por Europa como le hizo creer a Henry, sino que estuvo estos tres últimos años estudiando arte en París

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