Abi logró encontrar un chocolate y, mientras se lo pasaba a Franco, me miró con sospecha.

—No estarás planeando nada, ¿verdad?

—Absolutamente no.

—¿Ya no te ha enseñado la vida que no debes meterte con las chicas inteligentes?

Franco empezó a cantar: "Turn down for what" mientras Abi se reía de mi ceño fruncido.

—No me voy a meter con nadie —insistí.

—Me parece perfecto, porque todavía no te he permitido tener citas.

En un perfecto movimiento, se dio la vuelta y se fue.

La indignación me siguió hasta que llegué a casa y ni siquiera tuve ganas de cocinar.

—Ese plato se llama "Tengo flojera" —señaló papá, sin apreciar el almuerzo del día.

—Ah, diablos, pensé que eran macarrones con queso.

—¿Por qué estás de mal humor? ¿Te rechazó tu amiga del sábado?

—Nunca me han rechazado —dije alzando una ceja.

—Mentira. Había una niña en tu primer año de kínder que te pegó cuando intentaste quitarle su peluche de conejito.

Le rodé los ojos mientras él se partía de risa ante el recuerdo. Las carcajadas duraron hasta que se subió a su auto, aunque le aseguré que Abi todavía venía con nosotros el sábado.

Unos minutos después, Franco también intentó burlarse de mí.

—Todo esto con Abigail se está saliendo de control desde que Delossi se metió. La gente de esa academia está demente.

—Me da igual, no voy a cambiar nada solo por darles la razón.

—¿Y si terminas saliendo con Abigail para probar?

Le tiré mi lapicero, por hacer esa sugerencia.

—No voy a arruinarlo, ella es diferente —dije al darme cuenta que había terminado mi parte de la tarea—. Es increíble poder tener una amiga.

—¿Ahora vamos a entrar a discutir la amistad entre hombres y mujeres?

—Aparte de ella no tenemos amigas mujeres, ¿te das cuenta?

—Claro que sí.

—Nómbrame una chica de la que seas amigo —alcé tres dedos—, que no sea de tu familia, a la que no te hayas agarrado o que no estés totalmente seguro de que te la vas a agarrar pronto.

—Pues...

Estuvo tres minutos pensando y advirtiéndome que no me soltara a reír, hasta que se dio por vencido.

—Mierda.

—Abigail da un poco de miedo a veces —acepté—, pero en verdad es una buena chica. No está lanzándose sobre mí y yo no estoy intentando nada, porque creo que prefiero conversar con ella.

—¿Tal vez es que no le despierta las hormonas a nadie? —Intentó bromear Franco.

Esta vez no me contuve y le tiré su cubo de rubik a la cabeza.

—Es mi amiga —gruñí—, se supone que la defiendo de comentarios idiotas como ese. Tienes suerte de que no insulte muy bien a estas horas de la tarde.

—Los hombres y las mujeres no pueden ser amigos —se quejó Franco.

—Pensé que también era tu amiga —observé con cuidado.

—Lo explicaré mejor: Los hombres y las mujeres no pueden ser amigos. No si se miran de la forma en la que miras a Abigail Lester.

—Yo no la miro de ninguna forma.

—No me refiero a que le estés lanzando miradas de cordero degollado, sino a que estás tan concentrado que si Megan Fox aparece desnuda en la biblioteca, ni siquiera te darías cuenta.

—Me daría cuenta —dije con una risita—, seguro que Abi trataría de echarla de su preciosa biblioteca.

—Yo estoy hablando de Megan Fox en bolas y tú te pones a imaginar la cara de Abi si se aparece en la biblioteca....amigo, creo que te estoy perdiendo.

—Tal vez si fuera Scarlett Johansson...

—Trataré de mantener las esperanzas.

Sin embargo, por la mirada que me puso, vi que no tenía muchas. En serio, ¿qué estaba mal con todo el mundo? ¿Pasaron de pensar que estaba jugando con Abi a pensar que realmente me gusta? Tal vez debería hablar con Fátima Solier y ponerle fin a esto.

Saqué mi celular y revisé la solicitud. Antes de que pudiera detenerme, puse "Confirmar".

PROHIBIDO tener citasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora