Décimo cuarto capítulo.

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Ya aterricé en mi alfombra, la cual desprendía agua. Abrí la puerta a lo que ésta provocó un suave y prolongado rugido. Me deshice de mis zapatillas que se encontraban peores que nunca y volteé. Allí se encontraba el rulado de ojos verdes que se aproximaba a mí para despedirse de una vez por todas. Me soltó de la mano para posarla en mis espaldas, yo lo imité. Nuestros cuerpos se encontraron en un húmedo abrazo. Cuando nos separamos, lo tomé de la frente.
-Harry, estás hirviendo. Perdóname por todo, si tan sólo no me hubiera desmayado... – bajé la mirada. Todo era mi culpa, ya nada me podía salir peor.
- No tienes porqué disculparte, nunca antes había cabalgado – explicó -Claro que siempre pensé que sería mucho más tranquilo, pero me gustan las sorpresas – Posó su amplia mano en mi sien – Tú también lo estás. Ya, entra y duerme, nos vemos luego.
No sé cómo sucedió, no sé de dónde sacó las fuerzas para hacerlo, ni si quiera sé porqué lo hizo. Sólo sé que mis ojos presenciaron cómo sus labios se curvaron y me pareció de lo más ridículo ya que aunque no tenía nada de sentido, ya que si no fuera por la persona a la que él le regalaba una de sus amplias y deslumbrantes sonrisas no estaría empapado y enfermo, de alguna forma hizo una sacudida en mi cabeza. Me gustaría saber cómo lo hizo. Dio media vuelta y al cerrar la puerta pude escuchar sus pies chocar con el lago que era nuestro pueblo. Ya adentro de mi hogar me di cuenta de que Harry arriesgó su vida por mí y yo no había hecho lo suficiente para agradecérselo. Tomé el viejo picaporte y lo giré 180º. Una oleada de frío me golpeó el cuerpo, pero ya era demasiado tarde, mis congelados pies daban saltitos por el agua que me rodeaba. A unos diez metros lo pude divisar y apuré el paso. Lo tomé del hombro y le di uno de mis más sinceros abrazos. El respondió sorprendido aunque cuando supo quién era el dueño de esa cabeza que se apoyaba en su pecho me rodeó con sus fuertes brazos y me protegió de cualquier mal que se atreviera a enfrentarlo. La lluvia nos salpicaba sobre nuestras cabezas, pero ya nada me importaba.
-Gracias Harry, nunca podré pagarte todo lo que has hecho. – murmuré.
-Descuida _____, la pasé muy bien contigo. – hizo una pausa y me reprochó – Vete a casa, y ya duerme antes de que la gripe haga efecto. – Y sin darme un último abrazo replicó: Hasta mañana. – Y sin más que decir, me dejó en el medio de la calle que se encontraba a penumbras, suspirando. Dejándome con miles de emociones que se mataban a puñetazos dentro de mí. Abandonando esas revoluciones que solo él provocaba. Ya no existía bandera blanca para eso que me sucedía. Solo él era el causante de que me desvelara por las noches. Solo él era el causante de esos inexplicables retorcijones que me agarraban en el estómago cuando sus ojos me reflejaban el sol brillar. Solo él era que hacía que mi cabeza volara y se estrellara con la realidad. Solo él era el único protagonista de mis sueños. Las gotas me caían en el rostro y yo seguía ahí, esperando a que volteara. Pero no fue así. No me moví de allí hasta que su silueta desapareció entre la niebla gris que se adueñaba de la calle, y el bullicio de la lluvia que golpeaba contra los techos de chapa que abundaban en nuestro pequeño Canterbury. Aún podía sentir cómo su mano me rozaba la mía.

She will be loved (Harry Styles y tu) terminadaWhere stories live. Discover now