Décimo octavo capítulo.

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Bolso en mano. Brisa que me hacía temblar de vez en cuando. Mi cara que se reflejaba en un antiguo espejo inundaba nervios. Estaba inquieta, iba de un lado para otro. De un extremo de la estación hacia el otro, en busca de mi fiel compañero de viaje. Pero no había caso, Harry no había llegado aún. Uno de los maquinistas comenzó a dejar ingresar a los pasajeros, y yo seguía sin noticia alguna del paradero de Harry. La gente empezó a juntarse y a formar una uniforme fila para embarcar. Me coloqué al final de ésta, sedienta de sus ojos. Mi par de pupilas miraban como cámaras de vigilancia a todos los ángulos posibles, pero él no estaba allí. La fila comenzó a avanzar. No podía irme a la ciudad sin Harry. Faltaban dos personas para que yo entregara mi boleto. Avancé. Una persona. Indecisa, eché un largo vistazo a todo el panorama, pero no me encontré con ese par de ojos verdes que tanto quería. Era mi turno. Cogí mi pasaje, y el abotonado hombre que se encontraba en frente mío lo tomó; lo visualizó; y hizo un leve movimiento con la cabeza. Ya podía entrar.
Con la decepción a mi lado, comencé a dar lentos pasos hacia el transporte. Harry no llegó a tiempo. ¿Qué le había sucedido? ¿Por qué decidió dejarme sola? Me encontraba solitaria, con la mirada en el piso, siendo una propia víctima de mis pensamientos. Tenía un pasaje de ida al paraíso, pero lamentablemente este paraíso se disfruta si es de a dos. ¿Qué iba a hacer yo sola en la ciudad? Mi pie se posó en rígido material el cual no tenía idea cual era, y así me quedé por un segundo. Entre el tren y la estación. Entre la oscuridad y la luz. Entre la decepción y la esperanza. Di un último vistazo a la fila, a la estación, pero no había nadie quién yo esperara. Resignada, la idea de que Harry me acompañara a la ciudad me parecía ridícula. La idea de que justo llegara en este momento me parecía ilógica. La única verdad es que me encontraba sola y sin rumbo. Tomé la baranda con miedo a tumbarme, y me adentré en el vehículo. 
Un extenso pasillo rodeado de acogedores compartimientos me esperaba. Emprendí mi búsqueda. No quería hablar con nadie, así que busqué un lugar en el que pueda sollozar a solas. Casi al final del transporte, encontré un sector desocupado, así que abrí la puerta e ingresé. Dejé la puerta entreabierta, el ambiente era muy sofocador, así que permití que el viento que corría por el pasillo se adentrara.
Me apoyé suavemente en el asiento que me otorgaron, aunque este rechinó como si tuviera años sin ser utilizado. Su suave tela impedía que yo dejara de tocarla como si eso fuera la solución a mis problemas. Corrí la cortina y pude presenciar como el sol se animaba débilmente a dejarse ver por el horizonte. El campo estaba calmo, el viento un poco acelerado, el cielo despejado, el sol que se asomaba, todo parecía estar bien. Pero algo me hacía falta, mucha falta.
Un ruido estremecedor hizo que toda la maquina temblara, un constante sonido al que debía acostumbrarme por unas horas. Una lágrima cayó de mis ojos. Con la vista empeñada, pude ver como el humo de la locomotora se expandía por el exterior. Cerré la puerta de nuestro compartimiento y esperé a que mi compañero tomara su lugar ¿Qué compañero? Pensé, el único que tengo me abandonó.
El tren parecía estar en buenas condiciones, aunque una capa de polvo cubría a toda la máquina. Me asomé a la ventana y allí estaba la vieja estación de Canterbury. Una construcción muy simple. Puertas y ventanas extensas a las que acompañaban unas delicadas cortinas hechas a mano. La madera era principalmente el elemento que abundaba. 
Cerré mis ojos, con la esperanza de despertarme de esta aterradora pesadilla.
-¡_____! – Un grito resonó por todo el pasillo. Un grito en el medio del barullo, un grito casi inaudible, pero yo fui capaz de escucharlo porque era la única voz por la cual mis oídos suplicaban. Suspiré, porque podría reconocer esa voz a kilómetros de distancia. Un alivio imponente me llenó el alma. Giré y sonreí al verlo despeinado, con su bolso hecho a medias, y desconcertado Corriendo, sin aliento, irrumpió en mi compartimiento desesperado. No hablamos hasta que no recuperó el aliento. -¿Ya te ibas sin mí? 
<<Claro que no, estuve toda mi vida esperando por ti>> Pensé.

She will be loved (Harry Styles y tu) terminadaWhere stories live. Discover now