Décimo segundo capítulo.

2.1K 99 3
                                    

Mis ojos se cerraron nuevamente, y una tranquilizadora voz me hablo:
- ¿Estás bien? – Su mano se posó en mi frente – ¿ _____ estás despierta? – Debí hacer un esfuerzo para hacer una mínima señal de vida, una señal de que me encontraba junto a él.
Mis ojos se abrieron por completo. El clima era muy húmedo, tenía calor aunque el viento me recomponía. Las células de mi mano comenzaron a funcionar y al mover el lentamente dedo índice para arriba y abajo, me notifiqué que una mano desconocida apretaba, aunque con cierta delicadeza, la mía. Mi garganta se encontraba seca, como pude, tragué saliva. Un silencio mortífero se adueñaba de la atmósfera, no había sonido alguno que interrumpiera la inexistente melodía del… ¿bosque? Despegué mis pestañas, comprobé que mis cinco sentidos se encontraban intactos, a la vez copas de árboles y un trocito de cielo interferido por las débiles ramas con hojas que colgaban de estas, se presentaron frente a mis ojos. Volteé mi cabeza y allí estaba Harry con una expresión expectante, con sus ojos fijos en los míos. El mundo desapareció por un instante, sólo estábamos Harry y yo, ya nada me importaba más. Sus ojos me transportaban a mundos inimaginables cada medio segundo lo que hizo que mi cabeza estuviera a punto de colapsar, y mi corazón se encontró por fin en casa. Ya era un hecho, el lazo se volvió cada vez más fuerte e irrompible, al mismo tiempo que mi corazón. Sólo basto con una suave capa de gotitas que caían en nuestra cabeza para devolvernos a la cruel realidad. Ambos alzamos la cabeza. Allí fue cuando mi cerebro, corazón, o lo que fuese que haya estado en el mundo celestial al que me transportaban el par de luceros verdes, se exigió un duro retorno a la realidad. Mi vista que anteriormente se encontraba nublada, se aclaró y miles de preguntas nacieron en mi cabeza. ¿Por qué había tantos árboles? ¿Dónde nos encontrábamos? ¿Por qué estábamos aquí? ¿A qué se debe que mi mano esté mojada? ¿Por qué el morocho de ojos verdes me sostenía la mano con aspecto protector? 
- ¿Dónde estamos? – dije, con voz ronca y desentendida.
- Luego de que te desmayaste y descubrí que tenías el brazo lastimado, el camino a casa era muy largo y el sol me impedía retornar al pueblo, así que distinguí un bosque no mucho más lejos que el pueblo, te alcé y como pude te traje hasta aquí. Limpié tu herida para que no se infecte, te refresqué la cara y esperé a que volvieras, no quería molestarte. – explicó, mientras que luego de tanto palabrerío mi sentido común trataba de procesar todo lo que había escuchado. Era imposible. Ese chico de ciudad, los cuales creía engreídos, superficiales, vanidosos y presumidos me acababa de aportar su máxima protección. No tenía ningún sentido. Aún así, por más irónico que sea, cuando hace ¿horas? me desmayé a causa del calor ahora la brisa que corría me ponía los pelos de punta. – Creo que es hora de irnos, una tormenta se aproxima. – dijo, y sin dejarme tiempo para darle las gracias, comenzó a caminar aún tomado de mi mano. 
Yo asentí y me dediqué a seguir sus pasos. Las delgadas ramas por las cuales teníamos que abrirnos el camino nos raspaban la piel. El clima se tornaba cada vez más húmedo. El cielo estaba repleto de grandes nubarrones grises que amenazaban con una fuerte tormenta. 
Cuando por fin el paisaje repleto de árboles se acabó, fue cuando la lluvia comenzó. No podía caminar más, estaba cansada, sudada, mojada, e indudablemente enferma.
- Por este sendero Harry. – señalé un camino marcado por pisadas que conducían a un establo. El pueblo se encontraba en la dirección opuesta. Él frunció el seño, lo que indicaba desconfianza. – Vamos, confía en mí. – Tiré de su mano que seguía entrelazada con la mía, y con le eché un vistazo de los más profundas que guardo dentro de mí. Esos vistazos que guardaba para momentos como aquellos. 
Caminamos por unos interminables minutos que se basaron básicamente en salpicar charcos, ahuyentar insectos con las manos, y cuidarnos el uno al otro. Finalmente, empapados y con un estornudo que se escapaba de vez en cuando, abrimos la puerta empujando los dos con todas nuestras fuerzas a la vez, lo que hizo que ésta rechine. Sólo era un depósito de paja que se encontraba pisoteada sobre la superficie. A lo lejos pude divisar a Heaven, acurrucado con los demás cuadrúpedos. Me acerqué lentamente dejando a Harry observando desde la entrada, acaricié su lomo y comencé a decir cosas inentendibles con una dulce voz.
Subí al dorso del animal, y clavé mis ojos en Harry.
- Vamos Harry, dame tu mano, irás detrás de mí. – Nuestras manos se unieron, y con determinación y impulso, colocó una pierna de cada lado. Abrimos paso entre las extensas puertas, y la lluvia nos golpeó en la cara. Aún así yo que me hallaba en la cabecera de obligué a no cerrar mis párpados. Sentí como el calor se apropió de mi cuerpo en tanto Harry colocó sus brazos alrededor de mi cintura. Ya no me sentía tan mal.

She will be loved (Harry Styles y tu) terminadaWhere stories live. Discover now