H.S [5:32 pm]

¿Vendrás a la fiesta?

Por favor.

Te vas a divertir.

Gruñí, ¿jamás se rendiría? Quizás debía asistir a una de esas reuniones de adolescentes en donde se emborrachaban hasta vomitar. Hice una mueca, ¿"reuniones de adolescentes"? ¡¿Y qué carajos era yo?! Dios, esto de ser un ermitaño me afectaba hasta en la forma de hablar.

Bloqueando el aparato, sacudí la cabeza creyendo que no era la mejor opción tomar decisiones precipitadas por la soledad de mi hogar. Deposité el celular sobre el escritorio y volví a hundirme en la miseria de mi cama. A lo lejos oí el sonido de mi mascota maullando, tal vez quería comer, pero estaba demasiado cansado como para levantarme a darle algo.


— ¡Ayuda, alguien ayúdeme!

Desperté sobresaltado, creyendo que había sido parte de mis sueños que gritaban por auxilio, pero lo escuché una segunda y tercera vez, por lo que me levanté de forma fugaz y corrí hasta la ventana.

Era de noche, ¿cuántas horas me quedé dormido? No importaba, afortunadamente la calle estaba bien iluminada por el alumbrado público, así que se podía apreciar absolutamente todo. Noté a un chico corriendo, tal vez de unos dieciséis años, se le veía bastante agitado. Traté de vislumbrar de qué o quién huía, pero no encontré nada.

El muchacho se desplomó sobre el piso, lo que me aterró, ¡¡no delante de mi casa!! Fue mi primer pensamiento antes de salir literalmente corriendo fuera de la misma. El frío de la noche me recibió de golpe congelándome en mi lugar por algunos segundos, pero tenía una misión que debía cumplir.

— Hey... Chi-chico, ¿te encuentras bien? — ¿A dónde se fue mi valentía? — Oye, tú, no puedes quedarte aquí... Pensarán que te hice daño.

Pateé un poco el cuerpo inerte con mi pie, ganándome un aullido de dolor que me tuvo saltando hacia atrás temerosamente. Por lo menos estaba vivo, era demasiado joven como para que me acusaran de asesinato.

Cuando se movió para quedar boca-arriba, noté que efectivamente no era mucho mayor que yo, pero no tan pequeño como para tener dieciséis... Tal vez unos dieciocho recién cumplidos. Era rubio, aunque se veían las raíces de su cabello original. Fruncí el ceño, ¿qué hombre se teñía en estos días? Me encogí de hombros, no era de mi importancia.

Acuclillándome junto al muchacho, piqué sus costillas, moví sus brazos, incluso pellizqué su mejilla intentando tener alguna reacción de su parte, pero sólo gruñía. Hasta que sus ojos se abrieron de golpe. Eran azules, ¿o verdes? Suponía que según la luz se definían mejor.

Él pareció enfocar su mirada en mí antes de que algo a mi espalda le llamará la atención. El rubio gritó, desgarrándome los tímpanos. Lanzó sus brazos contra mi cuello y se escondió temblorosamente en mí. Parpadeé, ¿qué carajos?

— ¿Quién demonios eres tú?

Abrí mucho los ojos. Aquella voz era demandante, gruesa, varonil... Y llena de amenaza. Giré lentamente mi cabeza con el pánico corriendo por cada vena de mi organismo. Me encontré con un sujeto de cabello castaño y los músculos totalmente marcados tras esa fina camisa apretada de color negra. Hubiese sido guapo si no tuviera el ceño fruncido, el cuerpo tenso y una apretada línea recta hecha con los labios.

— ¿Yo? — Murmuré, queriendo hacerme chiquito contra el cuerpo del rubio.

— ¿Eres sordo o imbécil?

Su insulto me sacó del transé, haciendo que mi cuerpo se alzará casi sin que se lo ordenara y arrastrando al asustadizo joven conmigo. Me arrepentí casi de inmediato, el castaño me superaba en estatura por mucho, pero no permitía que nadie me insultara así que alcé la cabeza, desafiante. Podía ser un nerd, pero jamás un golpeado.

— ¿Disculpa? ¿Quién diablos te crees para llamarme imbécil? — El muchacho alzó una ceja y pude ver la leve sorpresa en sus ojos, como si nadie nunca antes se le hubiese enfrentado. — Ni siquiera te conozco, ¿por qué me estás insultando? Creo que acá el faltante de cerebro es otro.

— ¿Por qué estás con mi hermano?

— ¿Qué?

Esa fue la señal de llamada para el rubio, quien se colocó detrás de mi espalda y en dirección al mayor de los tres. Seguía temblando, pero algo en la manera con la que se movía me indicaba que no estaba precisamente en un peligro de muerte.

— Hola, Liam...

— Niall — gruñó, tensando la mandíbula. — Vete a casa.

Niall no protestó, en cambio, salió corriendo por el lado donde le había visto llegar. Sacudí la cabeza, esto estaba siendo demasiado raro. Girándome sobre mis talones con la intención de volver a casa, sentí una mano presionando rudamente mi muñeca y obligándome a voltear con un movimiento brusco que casi me tira al piso.

— Aléjate de mi hermano — Liam seguía ahí, mirándome como si quisiera asesinarme.

— ¿Qué carajos? — Solté, intentando zafarme de su agarre. — Ni siquiera sé quién eres, ni si quiera sé quién es tu hermano. Por favor, abstente de decir cosas estúpidas y ¡¡suéltame!!

Eso pareció hacerlo reaccionar, pues de inmediato el agarre de sus dedos se aflojó, permitiendo liberarme. Auch, seguro dejaría una marca durante algunos días; ese hombre sí que tenía fuerza.

— Mantente lejos de mi familia — fue todo lo que dijo antes de alejarse por donde vino, con paso pesado y el cuerpo totalmente recto.

Me quedé ahí, en el camino que me llevaba a la puerta principal de mi hogar. Perplejo. Dios mío, definitivamente, ¿cómo no iba a tener miedo de la vida real? Esto era... Simplemente, ridículo.

Wattpad Boy. {ZIAM}Where stories live. Discover now