CAPÍTULO 20 -REINICIO

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Septiembre, el comienzo del otoño marcaba el fin de mi mes de vacaciones. Tal vez no habían sido mis mejores vacaciones pero sí fueron en las que más medité sobre mi situación y cómo algunos de mis pensamientos tenían una gran repercusión en mi día a día. Durante las vacaciones decidí ponerme una serie de reglas que debía seguir al pie de la letra para lograr mi ansiada felicidad. Lo primero que decidí fue dejar de lado los temores y malos pensamientos, aquellos que me frenaban a la hora de tomar decisiones difíciles. Mi otra gran decisión fue disfrutar de cada momento, pues hasta ahora muchos de mis temores me han desviado en mi ansiada carrera por la felicidad.

Finalicé mi jornada laboral del viernes a las ocho y media de la tarde. Esta primera semana de trabajo después de mis vacaciones me había resultado realmente tranquila, no había sido para nada estresante como había pensado previamente. El mediodía era la parte más ardua del día, cuando nos toca servir comidas para ejecutivos y demás trabajadores que no pueden ir a sus hogares durante la hora del almuerzo. Aún así las jornadas habían sido muy leves, casi siempre estaban los mismos clientes poblando las mesas del Margot. Nunca viene mal una semana tranquila para aclarar aún más mis pensamientos.

Al salir del Margot me percaté de que ya era de noche. Las farolas iluminaban la avenida donde estaba situado el bar. Era una fría y oscura noche, no se veía la luna en el firmamento. Una fría brisa soplaba por las calles de Salt Lake City, provocando que temblase por el frío. Subí la cremallera de mi chaqueta hasta el cuello y caminé por la avenida. Había mucha gente joven que apuraba sus últimos días de vacaciones pasando un buen rato en algunos de los bares que allí había. El lunes iniciaba las clases, ya estaba en mi tercer año de la universidad. En dos años acabaría mis estudios y ya podría dedicarme en cuerpo y alma a mi profesión. No podía esperar al día en que pueda ver que mis sueños se hayan hecho realidad.

Mis ensoñaciones, en las cuales estaba totalmente absorta, se disiparon al ver a alguien a quien conocía muy bien. Era Drake. Seguía igual que la última vez que le vi allá por junio, hace tres meses. Su pelo oscuro caía sobre su frente en una cascada de salvajes rizos. Una vez más me perdí en su celeste y penetrante mirada, sus ojos eran tan azules como el cielo de verano. Sus pómulos y facciones eran muy afiladas, Drake era realmente atractivo. Él me miraba bastante alegre, en realidad yo también me alegraba mucho de verle tras tanto tiempo sin saber nada de él. Drake fue el encargado de romper el hielo, quebrando así el silencio tan incómodo que reinaba entre nosotros dos.

—Mandy... qué sorpresa verte por aquí. ¿Vienes del trabajo? —preguntó, noté un ápice de nerviosismo en sus palabras.

—Sí, justo acabo de salir del trabajo —respondí sonriendo—. Y tú, ¿vienes de algún sitio?

—No, estaba dando un paseo aunque hace bastante frío.

—Vaya, pues sí que tienes ganas de caminar. Hace bastante frío, quién diría que hace un par de días hacía mucho calor —Drake rió al escuchar mi comentario.

—¿Te parece bien si seguimos hablando en mi casa? Creo que si seguimos hablando aquí acabaremos resfriados —preguntó relajado, sin quitarme un ojo de encima.

—Vale, me parece bien.

El piso de Drake quedaba a un par de manzanas de allí, en un barrio residencial próximo al centro de la ciudad. Tardamos menos de cinco minutos en llegar, los cuales pasaron un tanto lentos debido a que no hablamos durante todo el trayecto. Aquel edificio de apartamentos era muy parecido al lugar donde vivo, allí también vivían muchos estudiantes y jóvenes emprendedores en busca de nuevos rumbos para sus vidas. El apartamento de Drake estaba situado en el segundo piso. Drake abrió la puerta, íbamos a estar solos pues parecía que su compañero había salido.

It's So Izzy |Guns N' Roses|Where stories live. Discover now