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Samuel bajó del auto y corrió hasta llegar a la puerta del copiloto para abrirla y así ayudar a Guille a salir. Una vez fuera, ambos sonrieron y se tomaron de las manos para caminar hacia la puerta de entrada de la casa de Samuel.

—¿Listo, chiqui? —preguntó Samuel una vez estando parado frente a la puerta. Una mano tomaba la mano de Guille y la otra sostenía el pomo de la puerta.

—¿Y si no les agrado? —dijo Guille con un hilo de voz.

—¿Tú estás tonto? Cariño, te amarán —respondió Samuel, acariciando el dorso de la mano de su novio con su dedo pulgar.

—¿Cómo estás tan seguro?

—Tú confía en mí, chiqui. ¿Confías en mí, compañero?

Guillermo rió ante la pregunta de Samuel y asintió con la cabeza para después apretar su mano con ternura.

Samuel abrió la puerta y se hizo a un lado para dejar a Guillermo pasar primero.

—¡Samu, mi amor! —dijo una señora de avanzada edad desde dentro de la casa en cuando logró divisar a Samuel entrar.

—Abuela, hola —respondió Samuel con voz tierna mientras se acercaba a la mujer, abrazándola con admiración.

—¿Pero quien es este apuesto chico, cariño? —preguntó la anciana, mirando a Guillermo, quien aún seguía parado frente a la puerta.

—Oh, abuela... Quiero presentarte a Guillermo, mi novio —dijo Samuel, soltando a su abuela para que pudiera acercarse a Guillermo—. Guille, ella es Sacramento, mi abuela.

—Ho-Hola señora —dijo Guillermo con timidez.

Sacramento se acomodó las gafas y miró con expresión seria a Guillermo, haciendo que el pobre chico se pusiera aún más nervioso de lo que ya estaba.

¿Y si no le agradaba? ¿Y si ella era como los demás, homofóbica? Guillermo no podría soportar algo de esa magnitud, ya no podría soportar nuevamente el rechazo.

Sacramento miró a Samuel para después sonreírle con dulzura.

—Cariño, por favor... Eres el novio de mi pequeño, puedes llamarme abuela —dijo Sacramento, acercándose a Guillermo y envolverlo en un cálido abrazo, uno de esos que hace tiempo no le daban.

Guillermo aceptó el abrazo y sintió como el nudo que había en su corazón se deshacía de a poco. Aquella señora no era en lo absoluto como los demás. Sacramento era la persona más linda que él había conocido jamás.

Samuel observaba enternecido y orgulloso la escena. Era el primer novio que su abuela aceptaba y que, además de eso, pedía por cuenta propia que la llamara "abuela" sin serlo.

Sacramento había visto algo bueno en Guillermo, de eso Samuel estaba seguro.

—Abuela, ¿y mis papás? —preguntó Samuel cuando el abrazo se dio por finalizado.

—Salieron. Los llamaron del hospital —dijo la anciana con una mueca de disgusto en los labios.

—¿Algo grave?

—Uno de los pacientes pediátricos se puso mal, neumonía, creo haber escuchado. Pero, tranquilo, que no tardarán en llegar.

—Bueno, ammm... Estaremos en mi habitación en lo que llegan, ¿vale, abuela? —dijo Samuel, bajo la atenta mirada de Guillermo.

—Ok, estaré en la biblioteca de tu abuelo, por sí me necesitáis.

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¿Cómo es que se puede pasar de estar bien a estarse derrumbando en un sólo segundo?

¿Samuel había hecho algo malo para que el karma le estuviera respondiendo de aquella semejante manera?

¿Por qué él, habiendo millones de personas en el mundo, precisamente a él le tenía que tocar aquello? ¿En qué se había equivocado?

Guillermo lo envolvía con ambos brazos en un abrazo fuerte y reparador, mientras Samuel lloraba sin pudor alguno, mojando la camiseta de su novio.

—¡No es justo! —decía entre sollozos.

Guillermo no sabía qué decir para hacerle sentir mejor. Con cada frase que pensaba decir, sabía que le haría sentir más mierda de lo que ya se sentía. Así que prefirió quedarse en silencio, abrazando a su novio, para darle el apoyo que ahora necesitaba más que nunca.

Después de todo, nada de lo que dijera le devolvería la vida a sus padres.

Guille | wigetta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora