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Vegetta salió de su salón de clases con la excusa de querer ir al baño. Aquella mañana (como todos los días, de hecho), tomó el camino más largo hacia el baño, ya que había escrito una nota nueva para Guillermo.

En ella pedía perdón por sus notas anteriores. Pedía perdón por haber sido tan grosero y estúpido con respecto a la nueva novia de Guille. Nunca fue su intención ser así, es solo que los celos podían más que él mismo.

Llegó al casillero número 824. El casillero de Guillermo Díaz. Su pequeño Guille.

Dobló la hoja morada y, justo cuando estaba a punto de meter aquel papel por una de las aberturas del casillero, logró visualizar una hoja blanca. La tomó.

Vegetta se sorprendió mucho al percatarse de que era una nota de Guillermo.

Guille le había dejado una nota.

"De seguro me pedirá que le diga quien soy", pensó Vegetta.

Con emoción en su corazón y una sonrisa en sus labios, desdobló la hoja y comenzó a leer. Aquella sonrisa se fue desvaneciendo de a poco. Con cada palabra que leía en aquella nota, su corazón se rompía en pedazos.

Tomó aquella hoja blanca y la arrugó. Con las lágrimas a punto de derramarse, la tiró al piso. Miró la hoja de papel morado que traía en la otra mano e hizo lo mismo que con la anterior. Se dio media vuelta y caminó de regreso a su salón de clases.

Guillermo había roto su corazón.

Y se supone que tenía que repararlo, no romperlo más.

Guille | wigetta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora