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Para cuándo Samuel llegó a la cafetería, Guillermo ya lo estaba esperando en una mesa del fondo, juntó a Frank.

Samuel sonrió de inmediato. A paso apresurado, caminó hacia ellos. Frank lo miró y sonrió cómplice.

—Hombre, Samuel —dijo Frank, haciendo que Guillermo volteara a verlo.

En cuanto los ojos de Guillermo se encontraron con los de Samuel, sus mejillas se tiñeron de un rojo carmesí.

—¿Qué pasa, crack? —dijo Samuel a modo de saludo—. Hola, chiqui —dijo en dirección a Guillermo.

Frank estaba que no se podía aguantar la risa. Aquellos dos parguelitas le parecían la pareja más mona del universo.

—Bueno, creo que yo sobro —dijo Frank, divertido con la situación—. Si me quedo aquí, terminaré vomitando arcoiris por un ataque fangirl.

Al terminar de decir aquello, le dedicó una de sus mejores sonrisas a ambos chicos y desapareció de sus vistas, dejándolos solos.

—¿Ya comiste, chiqui? —preguntó Samuel, sentándose en la silla que antes ocupaba Frank.

—No, te estaba esperando —respondió Guillermo, con un hilo de voz. Samuel sonrió de lado.

—Guille...

—¿Sí?

—¿Te puedo besar?

Guillermo parpadeó repetidas veces por la sorpresiva pregunta. ¿Besarlo? ¿En la cafetería? ¿Frente a toda la escuela? Nervioso, se mordió el labio inferior.

Si aceptaba, todos se darían cuenta. Seguramente se burlarían de él, diciéndole insultos tontos e hirientes acerca de su sexualidad... Y no sólo a él, sino también a Samuel.

Ya lo había besado antes, ¿vale la pena ser el objetivo de burlas solo por volver a sentir sus labios sobre los de aquel chico? Oh mierda, ¡claro que valía la pena!

Sin pensarlo más, dijo:

—Sí, bésame...

Samuel sonrió y se inclinó sobre la mesa para así poder besarlo.

Guillermo, al ver como se aproximaba, no pudo evitar sonreír. ¡A la mierda los demás! Besaría de nuevo a su Vegetta.

Guille | wigetta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora