Sin darle tiempo de ponerse de pie, salgo corriendo de la habitación. Mis ojos buscan desesperadamente una opción. Y van a parar en una puerta un poco abierta, donde se puede observar un baño. Corro sin ni siquiera tomar aliento y al entrar, rápidamente la cierro con llave.

Me dirijo a toda prisa frente al inodoro y purgo toda la comida que no recuerdo haber ingerido. Me duele mucho el estómago y la cabeza me da vueltas.

-Yoselyn! -exclama Jaden desde el otro lado de la puerta -Qué sucede? -pregunta en un tono bastante preocupado.

Sin poder resistirlo, empiezo a llorar. Las lágrimas simplemente se deslizan sin parar. Me dirijo a la esquina del baño y me acurruco, mientras sollozo.

-Yoselyn -susurra -Ábreme, por favor -me suplica.

Qué es esto que siento? Por qué las piernas me tiemblan y no soy capaz de pronunciar una sola palabra? 

Tengo miedo.

Empiezo a sollozar aún más fuerte y escucho al cuerpo de Jaden deslizarse tras la puerta.

-Todo está bien, Yoselyn -espeta. Su voz es tan ronca que juraría que está llorando -No dejaré que nada malo te vuelva a suceder.

Mis sollozos se calman un poco tras esas palabras, pero no se extinguen.

-Confía en mí -dice, y con esa voz, queda más que claro que está llorando.

<Los hombres son malos> repite mi mente.

Pero un vago recuerdo florece en mi mente.

Jaden, cubriéndome con una sábana; besando mi frente; yo susurrando su nombre; él golpeando a Will y finalmente, cargándome en sus brazos.

-Yoselyn... Ya no llores, por favor -me suplica, y en un instante él empieza a sollozar conmigo.

No puedo evitarlo. Algo en mí se rompió esa noche, y no es mi corazón, sino mi alma. 

"Él es bueno" me repito constantemente. Hasta que tengo el valor de levantarme y poner mis manos sobre el picaporte de la puerta. Respiro hondo y le saco el seguro con la llave. Lentamente la abro hacia el interior, y veo a Jaden tirado en el suelo, con la lágrimas aún recorriendo sus sonrojadas mejillas. 

Me parte aún más el alma verlo así. Y sin dudar, vuelvo a sollozar, pero no sin antes lanzarme hacia él y abrazarlo con todas mis fuerzas. Él me devuelve el cálido abrazo, y hundo mi cabeza en su pecho mientras no dejo de sollozar. Las lágrimas de sus mejillas caen en mi cabello como gotas de lluvia en un día gris. 

Él me estrecha con mucha fuerza en sus brazos y por primera vez después de un largo tiempo, me vuelvo a sentir protegida por alguien.

Lo sujeto con mucha fuerza, temiendo que se marche y me deje sola, con este dolor incontrolable.

-Siempre te cuidaré -espeta y planta un tierno beso en mi cabello.

Lentamente mis sollozos se van apagando. Cierro los ojos, mientras mantengo mi cabeza en su pecho. Puedo oír a su corazón palpitar con fuerza y de forma irregular. Su respiración sube y baja con esfuerzo y comprendo lo difícil que es para él esta situación. 

Lentamente, enredamos nuestras piernas, aún estando acurrucados en el suelo. Yo le sujeto una mano y lentamente las entrelazamos entre sí. Su mano encaja perfectamente con la mía. Como si esa fuera la misión de nuestras manos, estar juntas y complementar la otra. 

Con su mano libre, Jaden acaricia mi cabello, llevándome en un estado de paz interior absoluta.

Levanto la mirada y mis ojos se clavan en los suyos, intensamente verdes. Brillan con más intensidad que las estrellas. Y apostaría que la luna los envidia. Su cabello cae en pequeñas ondas sobre su frente y se encuentra totalmente alborotado. 

Él trata de sonreír, pero es en vano. Verlo así, provoca tantos sentimientos en mí, sentimientos que hasta hoy, no creía que existían.

Le doy un apretón a su mano y él acerca la mía a sus labios, y planta un delicado beso en él.

Pego aún más fuerte mi cabeza por su pecho y noto como la tensión en sus hombros lentamente desaparece.

"Si solo te hubiera escuchado..."

Jaden siempre tuvo la razón. Will solo buscaba sexo, aprovechándose de la vulnerabilidad de las chicas que se encontraban en situaciones como la mía. Sin embargo, Jaden está aquí, aún sabiendo que no conseguirá nada de mí aparte de lágrimas.

Oh, Jaden!

Mi ángel guardián.

Y así, juntos y acurrucados en el suelo, nos sumergimos en una oscuridad radiante, esperando que al despertar, las cosas siguen fluyendo de esta manera.




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