—Buenas noches —saludó Josiah, otro oficial de distinta área ya equipado con lo esencial.

—Sólo han pasado cinco minutos —mencionó Richard, comprobando la hora en el reloj sobre su muñeca derecha.

—Díselo al sargento —soltó Josiah con una leve sonrisa en su cara.

Claramente se sabía que el sargento Jhonson los cambiaría de patrulla para penalizarlos, o quizás algo peor. Nunca se sabía con qué los castigaría.

Bajaron al piso inferior por medio de las escaleras y buscaron su casillero para terminar de prepararse. Ambos tomaron un chaleco blindado, se lo equiparon y sincronizaron sus radios en la misma frecuencia.

—Black, Raimond. ¿Qué son estas horas de llegar? —reprendió su sargento, claramente molesto.

—Sólo ha pasado siete minutos —insistió Richard en su defensa.

Aquel hombre seguía prestando atención al tiempo, pero en esos momentos sólo se centró en su mayor de tez oscura. Por sus sienes se lograban ver varias canas que cada vez parecían extenderse más y más por toda su cabellera. En su rostro era posible ver las arrugas de su frente más marcadas por su retraso. Quizás pronto el sargento dejaría el servicio, pero nunca habría nadie como él para mover a todos los oficiales. Solo pocos eran capaces de ser grandes líderes.

—¿Sabe? Dicen que el estrés es malo —agregó el castaño.

Allison le dio una par de codazos como reprimenda por hablarle así a su superior. Jugar con su edad no siempre era bueno.

—Siete minutos de los cuales ya pudieron estar listos y conduciendo de camino a su lugar —replicó Jhonson, tomando su escopeta entre sus manos como si deseara dispararle a Richard justo en ese instante —. Que no vuelva a pasar —advirtió finalmente para que ellos terminaran de prepararse.

Cuando el viejo creyó que había sido suficiente y sus oficiales habían entendido, se retiró del lugar con el cañón de su escopeta apuntando hacia abajo. Parecía que le iba a disparar a alguien en su camino.

Ambos asintieron, tuvieron suerte de que no los mandara por los barrios más bajos de la ciudad por el simple hecho de que ese día era importante.

—Si pudiera, el sargento ya te habría pegado un tiro —lo regañó Allison, con una sonrisa burlona presente en su rostro.

La mujer ingresó la llave del cerrojo colocado en su casillero. Ahí dentro tenía de todo: munición, fotografías, e inclusive algo de dinero. Richard también abrió su casillero y tomó de ella una pequeña fotografía de su hermosa y rubia novia. Trás contemplarla con una mirada llena de amor y admiración, la guardó entre el chaleco y aseguró su casillero.

—¿Cómo va todo con Jennifer? —preguntó Allison, imitando la acción de su compañero.

—Bien. Pienso hoy invitarla a cenar —respondió Richard, con una sonrisa presente en su rostro con tan sólo el hecho de haber pensado en ella.

Una sonrisa de mejilla a mejilla también apareció en su compañera. Cuanto no se alegraba de que su gran amigo fuese feliz con una buena mujer como lo era Jennifer.

—He escuchado que han abierto un nuevo restaurante de comida italiana a unas manzanas de aquí —mencionó, enfundando nuevamente su arma en la fornitura.

Richard pareció haber quedado en trance, pensando mientras caminaba a la salida para esperar a su compañera ahí mismo.

—No sería mala idea ir ahí.

Allison pasó aquella puerta seguido de Richard para volver a ascender por las escaleras y proseguir su camino hacia una gran sala. Lugar en el que esperaban recibir las indicaciones de su sargento.

TechnoWar (Saga Warlords #1)Where stories live. Discover now