Capítulo 10

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Luego visite a mi abuela, que no estaba tan mal como pensé solo tenía una pequeña gripe.

Después de pasar tiempo con ella volví a mi casa, lentamente y haciendo descansos para encontrarme con el lobo, pero no sucedió. Luego de cierto tiempo llegue a mi casa a pesar de haberle dicho que no llegaría.

Abro la puerta, entro tranquilamente pero no veo a nadie.

-Ya vine. -  digo fuerte y mi madre sale desde la cocina.

-Me alegro. - dice moviendo sus manos nerviosamente y vuelve a la cocina, me tiro al suelo junto a una alfombra de piel de oso y me da repulsión ¿Cómo se atreven a matar a un animal inocente sólo por algo tan poco útil?

Cierro los ojos recordando todo lo que me paso en un día y todo sólo con una persona,  el sonido del reloj me anuncia que ya son las seis de la noche, suspiro abriendo los ojos al fin.

Dirijo la mirada a mi madre que mira impaciente el reloj para luego estrujar sus manos o su vestido, morder sus labios nerviosa y regresar a la cocina.

-¿Sucedió algo madre? -  le pregunto levantándome y acercándome a ella

Deja de mirar el reloj y me sonríe

-Nada, - dice y al ver que no le creo suspira -  Tu padre esta tardando mucho, demasiado diría yo, pero ya volverá.

Y con eso recuerdo...  El lobo mató a él leñador.

-¿Estás bien? -  me pregunta acercándose tocando mi cara- Estás pálida,  Tranquila sólo se está demorando, ya vendrá.

He ahí el problema, no vendrá madre, está muerto...  Los muertos ya no vuelven; Nunca regresan, como nunca regresó mi padre.

Asiento y ella me sonríe.

-Prepararé la cena, - dice- Ve a tomar un baño luego yo te llamo cuando venga tu padre para qué cenemos todos juntos.

No pasará, Él no regresará. Nunca.

Las palabras no salen de mis labios, asiento y empiezo a subir las gradas.

-¡Morgiana! -  me llama, dando media vuelta la miro- Tranquila,  él volvera. - su dulce sonrisa me parte el alma y asiento soportando las lágrimas que amenaza con salir.

Corro a mi habitación y me tiro a la cama, las lágrimas que antes amenazaban con salir siguen insistiendo pero esta vez las dejo correr libremente.

Un sollozo queda atrapado en mi garganta y las imágenes del leñador desgarrado por su garganta se reproducen una y otra vez por mi cabeza atormentándome, sus ojos vacíos, sin vida mirándome fijamente como si deseará hacerme sentir más culpa de la que siento.

Fue mi culpa que muriera él leñador pero en vez de estar sufriendo y de luto aún siento los cálidos labios del lobo.

Irónico ¿no? Tengo dos sensaciones guardadas en mi piel sintiéndolas hormiguear, como si se estuvieran realizando.

El cálido, casto pero candente beso del lobo y la espesa, pegajosa, roja sangre del cazador.

Escucho que tocan la puerta,  me levanto y me acerco a mi puerta cerca de las gradas para ver quién es, para poder escuchar.

-¡Dominik!- exclama mi madre sorprendida aunque notoriamente alegre, Dominik es otro leñador,  el más joven de todos pues apenas tiene diecinueve años- ¡Pasa!  ¿Vienes a ver a Morgiana?

-No, no vengo a ver a Caperucita- dice serio y mi madre lo mira confundida -  Lo siento mucho...  Karl fue encontrado desgarrado y muerto en el bosque esta tarde.
Vaya forma de decirlo, el muchacho no tenía nada tacto.

Salí corriendo antes que la cabeza de mi madre toqué el suelo pero Dominik la agarro antes.

-Por favor ayúdame a ponerla en su cama - le digo y él la carga para luego ponerla delicadamente en la cama.

Me siento a su par y verla así me destroza, unas lágrimas rebeldes rodan por mis mejillas y acaricio el rostro pálido de mi madre.

Siento unos brazos envolverse por mis hombros, sólo con eso, sólo con ese tacto me derrumbo en llanto y sollozos.

-Tranquila, Morgiana. - me susurra al oído mientras aprieta sus brazos más a mi alrededor- No fue tu culpa, No te sientas mal.

El problema es que yo si tengo la culpa.

Por mi culpa el leñador está muerto, por mi culpa mi madre esta desmayada y en unas horas totalmente destrozada

Y lo que más me duele es...  Qué me gusta quién llevo a cabo la muerte del leñador, qué la muerte del leñador no me duele.

Que la muerte del leñador me produce satisfacción, que la muerte del leñador llevo deseándola desde que me lo presentaron en ese día gris.

¡¡Hola!!

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¡¡Buen día!!

CAPERUCITA ROJA Y EL LOBO FEROZ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora