Capítulo 4

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Cuando grito, el animal gruñe y se acerca lentamente con el característico paso depredador y elegante de los lobos.

Sus ojos me mantienen fijos en mi, yo me mantengo en el mismo lugar presa del miedo, pasa su lengua por sus dientes limpiando todo rastro de sangre.

Aprieto mi capa e intento calmarme escuche que los animales sienten el miedo y guiados por sus instintos atacan.

El animal para y deja de enseñar sus dientes pero sigue acercándose, siento su respiración y acerca su hocico a mi cara, un pequeño grito sale de mi garganta y el gruñe en advertencia.

-Por favor. - suplico y el animal enseña sus dientes, cierro los ojos y siento una lamida en toda mi mejilla.

Abro un poco un ojo confundida y veo que el animal sólo me observa con curiosidad y mueve un poco su oreja se da la vuelta y empieza a caminar.

-¡Espera!- grito y el lobo gruñe
Veo como de una forma macabra su piel se va levantando como si aire se le estuviese inyectando y en un momento su peluda piel se rasga dejando ver por un poco de sangre, su tamaño aumenta y se va enderezando el sonido de crujidos de huesos se vuelve demasiado y cierro los ojos.

Cuando los abro, cuando el sonido de huesos rompiéndose termina veo al mismo hombre de antes, piel pálida, cabellos negros, ojos plata hipnotizantes y... está desnudo, descarada pero sensualmente desnudo.

Abro más los ojos por la impresión y no puedo evitar que mis ojos viajen desde sus anchos hombros, bajen por su gran espalda y con una cicatriz que va desde el hombro y se pierde al otro lado de su cuerpo por su pelvis, subo la mirada a sus hombros rectos y veo que me está viendo sobre estos con una mirada pícara y burlona.

Aparto la vista y aprieto la capa mirando al suelo, escucho sus pasos alejándose y no puedo evitar ver hacia dónde va y de paso apreciar su nuevamente desnudez.

-¿Quieres dejar de verme así?- dice su voz profunda y rica la hace sentir a salvo- A menos que quieras ser justa y me dejes también apreciarte de la misma forma- la mirada que le lanzo estaba cargada de pícara morbosidad al igual que su sonrisa.

Niego frenéticamente y el sonrie.

-Eso pensé- dice y se agacha a recoger su ropa cierro los ojos con fuerza, ni siquiera vi cuando se quito la ropa- Ya puedes ver.

Abro los ojos y esta vestido con una camisa negra, unos pantalones negros gastados y unas botas negras.

-Te gusta el negro ¿eh?- digo sin poder evitarlo el solo asiente y se da la vuelta- ¡Espera!

-No grites- gruñe irritado- Mis oídos son mucho más desarrollados que los tuyos y aunque estes lejos siento que me gritas en el propio oído.

-Lo siento- susurro- Sólo quería darte las gracias por salvarme de..- en ese momento me recuerdo de el leñador y miro a un lado.

Su expresión es vacía mientras un hilo de sangre se escapa de sus asquerosos labios tiene el cuello lleno de sangre y cuando logro entender me horroriza lo que veo.

Su garganta a sido literalmente arrancada de su lugar y por ella brota mucha sangre después de eso, esta intacto pero es suficiente como para provocarme pesadillas ésta y unas noches más

-No hay problema, Caperucita- le dice, le sonrie acercándose y por instinto retrocedo, el rie sarcástico- ¿Me tienes miedo?

Se acerca mas rápido de lo que es posible para un ser humano, en un segundo estaba muy lejos de mi y al otro esta olfateando mi cabello la acción me produce un escalofrio solo que no estoy segura de si es de satisfacción o de miedo.

-Estas tensa- me susurra y su aliento choca con mi cuello erizado la piel de ese lugar- Hueles a miedo, vainilla y flores silvestres- respira hondo en mi cabello pegando su nariz a mi cuello y reprimo un grito- Qué olor mas agradable.

Se separa de mi y se aleja, antes de que note que estoy haciendo agarro su camisa deteniendo su camino el me mira arqueando su ceja y me ruborizo soltando su camisa.

-Yo lo siento- digo viendo al suelo- Muchas gracias ¿Podrías decirme tu nombre?.

Se acerca a mi y agarra mi barbilla alzandola y acerca su rostro al mío, mis ojos se fijan en sus labios que en estos momentos se me hacen tan apetecibles y escucho como gruñe.

Acerca sus labios a los míos y cuando habla nuestros labios se rozan levemente pero es suficiente para hacerme sentir que tengo piernas de gelatina.

-Solo llámame Lobo- dice y sonríe- Y yo solo te llamaré Caperucita Roja.

¡¡Hola!!

Espero que les gustará, no había actualizado porqué tuve una semana pesada, mis disculpas.

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¡¡Buen día!!

CAPERUCITA ROJA Y EL LOBO FEROZ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora