Capítulo 4: Enano.

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Descarado. Me gusta.

Me subo y en seguida dejamos atrás el colegio.

El viaje está siendo de lo más incómodo que me ha pasado en la vida. Elliot está concentrado en algún punto de la ventana y, desde que subió, no me habló ni miró.

Cuando estamos a mitad del trayecto, rumbo al estudio, el peliazul habla.

—¿Me explicarás qué es lo que tengo que hacer?

—Bueno, ¿tienes alguna experiencia como representante?

Me dedica una mirada con diciendo: "¿Realmente estás preguntando eso?"

—Sólo sé pelear. —Se queda unos minutos pensativo—. Puedo romperle la nariz a alguna competencia tuya, que queden tan feos que no puedan volver a modelar en su vida.

Lo dice como si realmente fuera a hacerlo si se lo pido.

—Eh... no. No golpearas a nadie. Aunque agradezco el... gesto. —No sabía bien cómo hablar con él. Como si tuviera que medir todas mis palabras para caerle bien. ¿Por qué me interesa siquiera caerle bien a este chico? Es un salvaje.

—Lo que harás —Digo— será acompañarme a todos lados. A cada reunión o sesión fotográfica que tenga. Serás mi sombra.

—¿Que no para eso son los guardaespaldas?

—Si te gusta más decirlo de ese modo...

Por unos minutos no dice nada. El silencio se me hace eternamente incómodo.

—Bueno no tengo mucho tiempo libre, sabes. Tengo el colegio y tengo que entrenar. —Por primera vez, me mira. Sus ojos verdes me atraen tanto que por un momento olvido lo que me acaba de decir.

—Eh... sí —Sacudo la cabeza para intentar olvidar sus ojos, pero fallo—, bueno. ¿De verdad entrenas?

Sus ojos parecen iluminarse cuando por fin le pregunto acerca de algo que le interesa. Empieza a hablar de cosas que realmente no entiendo del todo, pero no lo interrumpo porque me gusta el sonido de su voz, como habla con tanta ilusión y la forma en la que le brillan los ojos.

Está varios minutos hablando de los días que entrena, todas las técnicas y ese tipo de cosas.

—¿Estás siquiera escuchando? —Dice de repente y yo intento recordar lo último que dijo.

—Eh, sí claro. —Miento. Sólo estaba escuchando su voz, no sus palabras.

—Mentiroso. —Pero no lo dice enojado. Lo veo por un segundo y tiene una sonrisa en su rostro.

Tendría que sonreír más a menudo.

Vuelvo a notar los cortes en su labio y su ceja.

—¿Con quién te has peleado hoy? —Le pregunto.

—¿Qué eres, mi papá? —Se cruza de brazos. Luego una mirada orgullosa se dibuja en su cara—. Me he peleado con el imbécil de Kyle. Tu hermanito.

Suspiro. El idiota de mi hermano peleando. Qué novedad.

—¿La causa ha sido...?

—Ninguna. Él vino a buscarme para terminar lo que habíamos empezado el día en el que te pegué. —Sorpresivamente tiene una mirada de arrepentimiento—. Por cierto, ya no se ve tan mal tu ojo.

Mentira. Mi ojo se veía horrorosamente mal. Estaba medio morado y verde, aunque menos hinchado. Mis maquilladoras tendrían que hacer magia para la sesión de fotos de hoy. Estoy seguro de que van a odiar a Elliot.

Blue. Où les histoires vivent. Découvrez maintenant