Vine XXXII.

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Cameron.

Oh, Nueva York, Nueva York. Tenía que admitir que estaba emocionado. Era la primera vez que iba a visitar la ciudad de las luces.

Para un estadounidense podría ser una ofensa: vivir en Norteamérica y no haber estado nunca en uno de los puntos turísticos más importantes de la costa este.

Antes de MagCon mi familia era de clase media. Ahora estaba enormemente agradecido de estar viviendo esto junto a mi hermana mayor. Y mis mejores amigos. Y mi estúpida pero súper inteligente nueva novia.

Violet me había contado detalladamente lo que tenía pensado para desvelar a Rebecca de una manera de lo más vergonzosa. Me entraron ganas de escribir en una enorme pancarta lo feliz que estaba de haberla conocido y colgarlo del Empire State Building.

Pero no lo hice. En su lugar, nos fuimos todos a dar un paseo por Central Park.

—¿Has robado una panadería? —le pregunté a Matthew cuando nos alcanzó. Se había quedado rezagado, y en el momento en que lo vimos aparecer con una gran bolsa llena de pan, nos temimos lo peor.

—Traigo comida para los patos —soltó, como si fuera lo único que se venía a hacer al pulmón de la ciudad.

Era buena idea.

—Yo quiero —alargué la mano para quitarle un trozo, pero acabé con un manotazo.

—Haberlo pensado antes. Los pobres bichos solo pueden tener una mamá pato —se miró orgulloso.

Le alcé las cejas y, en un imprevisto, me lancé a quitarle la bolsa.

—¡Quita de encima Dallas, o mandaré un ejército de ovíparos amarillos a por ti! —me gritó, sacudiéndose.

Acabó en el suelo con la bolsa de pan en la cara. Sonreí triunfante alzando una barra recién horneada.

Los demás chicos no tardaron en hacer un sandwich encima de Matt para hacerse con un pedazo de pan también.

—Sois los peores amigos del mundo —gruñó, quitándose el polvo de la cara.

Nos acercamos a un lago y todos nos pusimos a tirarle migas a los patos, lo que acabó en un concurso de a ver quién era capaz de atraer a más animales.

Me reí a carcajadas cuando Aaron se resbaló en la orilla, cayendo al suelo y tirándose encima la comida. Eso solo pudo acabar con una bandada corriendo escandalosamente a picotearle la barriga y el pecho.

—¡Ayuda! ¡Que alguien me los quite de encima! —vociferó, pero Carter que estaba a su lado estaba demasiado ocupado grabando y carcajeándose tanto que casi se fue al agua.

En el despiste casi conseguí que uno de los animales infernales me amputara un dedo.

—Lleva cuidado, nunca confíes en los patos —gritó Vi desde el banco en el que estaba sentada junto a Mahogany.

Retrocedí hasta ellas.

—No os dejéis engañar por esas caras tan monas, estoy seguro que más de una persona ha tenido que ir a rehabilitación por culpa de ellos —refunfuñé. Y yo que de pequeño lo único que deseaba como mascota era un pato...

Me senté y a lo lejos vi como Danny empujaba a Matt hacia el agua, seguramente por algo que él había dicho. Perdió el equilibrio y con un chapoteo, se zambulló en el lago.

Asomó la cabeza por encima del agua con un mohín.

—¡Me voy a chivar a Bart!

Danny lo espantó con un movimiento de mano, viniendo hacia nosotros e ignorando la ayuda que Espinosa necesitaba para salir, lo que solo hizo que volviera a resbalarse y cayera de nuevo.

Just Live [MAGCON]Where stories live. Discover now