Vine XXVI

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Cameron.

La situación era la siguiente.

Yo estaba, como cada mañana, caminando por el pasillo de un hotel rumbo al desayuno, tarareando una canción de Maroon5, con la única diferencia de que no había salido de la habitación asignada a mi nombre, sino de la de Aaron.

Cuando anoche volví a la mía, resultó que ya estaba ocupada por alguien con el pelo más largo que yo y, por seguro, los pecho más grandes.

Nash no me había dado explicaciones de por qué Rebecca estaba allí, en Atlanta; más concretamente en NUESTRA habitación. Ambos seguíamos poco comunicativos con el otro. De hecho, había más razones para nuestra tensión cuando el sujeto evaluado se hallaba a unos pasos de nosotros.

El caso era que ya llevaba recorrido la mitad del camino. Ya podía ver el ascensor que hacía esquina con otro corredor, cuando de repente alguien salió de otro pasillo que desembocaba por el que yo iba, empujándome contra la pared del extremo opuesto, empapelado en un horrible estampado de flores.

Los pasillos estaban desiertos a las 9 de la mañana, por lo que mi corazón no dejó de latir debido al susto hasta que le vi la cara a mi agresor.

O quizá debería decir agresora.

—Creo que te debo un asalto.

Sin quererlo, todo lo que me había consumido la mente la noche anterior se materializó.

Violet estaba besándome ferozmente, sin darme tiempo a respirar. No era para nada la situación del comedor.

Reaccioné solamente dos segundos tarde. No me importaba qué le había hecho cambiar de opinión, ni en qué parte de la ecuación nos colocaba esto.

Solo podía pensar en lo bien que sentaba.

Agarré su cintura y la atraje hacia mi, aprovechando para cambiar la posición.

Le di la vuelta y ahora era ella la que estaba aprisionada contra la pared, de puntillas rogando por contacto.

Pasé la mano por su fina cintura, rozando sin querer parte de piel que se había quedado descubierta en el estómago.

La próxima parada fueron los hombros, el cuello, las mejillas... Mis manos descansaron ahí hasta que ambos tuvimos que separarnos por pura falta de oxígeno.

Estúpidos humanos, ¿por qué no podíamos inyectarnos el aire y ya está?

Respiré agitadamente, estando seguro de que mis mejillas y labios se veían exactamente igual que los de Violet, colorados e hinchados.

Una sonrisa arrogante se posó en mi rostro.

—Te concedo el honor de la victoria esta vez, Haloway. Pero solo porque me has pillado por sorpresa.

Sus brillantes ojos esmeralda se pusieron en blanco.

—¿Quién te ha dicho que habrá más veces?

Me acerqué para posar suavemente mis labios sobre los suyos, quedándome a escasos centímetros de su cara mientras le guiñaba un ojo.

—¿Apostamos?

Me separé de la pared viendo como sonreía muy a su pesar. Para finalizar mi salida triunfante, la dejé allí sin esperar respuesta.

¿La mala noticia?

Cuando llegué a la puerta del ascensor, Hayes estaba apoyado al lado de las puertas metálicas con una pierna por encima de la otra y los brazos cruzados.

Por su expresión –ceja levantada y cara de "te he pillado, campeón"– supe que había visto parte de la escena.

No pudo aguantar mucho más, pues empezó a destornillarse de risa cuando levanté una mano para colocarme el pelo bien.

Just Live [MAGCON]Where stories live. Discover now