Algunas chicas se colocan el lazo, los chicos lo mantienen en sus manos y muchos ya lo han deshecho para pinchar a otro con el gancho.

Tras una breve introducción en la cual dijeron el nombre de la mujer, (el cual no escuché), ella misma se presenta y nos muestra un libro con su cara en la portada, llamado "Bajo el cielo rosa". Un libro autobiográfico en el que cuenta su experiencia al superar el cáncer de seno.

Decido relajarme, escuchar su historia con mente abierta y salir del auditorio en cuanto termine de hablar.

Al principio lo que cuenta no es nada nuevo ni asombroso, sólo como no había prestado atención a las señales, no se había auscultado con frecuencia y que cuando le descubrieron el cáncer ya estaba avanzado. Lo mismo que he escuchado hasta el cansancio por los últimos seis años, sobre cómo debo tocarme a diario y correr a hacer una mamografía si noto algo raro.

Algunas de mis compañeras de colegio parecen un poco impactadas; a mí no me causa ninguna emoción en concreto hasta que empieza a contar sobre el viaje que tuvo que hacer al exterior para operarse.

—Acudí a los mejores especialistas del país, ofreciendo hasta el doble del costo de la consulta para que me atendieran rápido y no terminar en la lista de espera. Hay tan pocos especialistas aquí que conseguir una cita es imposible. Conseguí hasta cinco opiniones diferentes y todos me dieron por desahuciada, pero yo seguí luchando. Investigué día y noche por internet hasta que encontré una página que hablaba de técnicas nuevas en etapa casi experimental en Alemania. No tenía nada que perder, de todas formas iba a morir, así que cogí mis maletas y me fui de inmediato. Dejé todo atrás por salvar mi vida, estaba segura que Dios había puesto esa página a mi alcance —dice con un tono trágico, que la verdad me parece un poco ensayado. Me pregunto si Dios le pagó también los pasajes de avión—. Fue un año doloroso, alejada de mis seres queridos y operaciones que costaron casi medio millón de dólares, pero valieron cada centavo, nada puede valer más que nuestras vidas.— ¿Está hablando en serio? ¿Operaciones de quinientos mil dólares?—. El dinero era lo de menos cuando mi vida estaba en riesgo. — Por supuesto, la tuya y de todo el mundo si tienes esa cantidad de dinero para gastar—. Todas estas experiencias las narro en mi libro, que quienes quieran van a poder comprar al acabar la conferencia. —Claro, como si quisiera leer la forma en la que se hizo un poco menos millonaria por salvar su vida.

No me agrada, cada vez esto me agrada menos, creí que iba a aguantarlo, pero la cara de esa mujer cada vez me da más asco.

—Mi caso no es el único y hoy todos podemos ayudar a esta causa. —Suelta por fin su libro, el que ha sostenido con fuerza mientras nos contaba su trágica vida de mujer millonaria y agarra un bote de yogur—. Por cada yogur que compren, la empresa donará el cero punto cero cinco por ciento a una asociación contra el cáncer de mama. —Bien, eso sí debe ser una broma, ¿cero punto cero cinco porciento de un bote de yogur que vale seis pesos? Yo tengo una mejor idea, ¿por qué quien quiere ayudar no dona directamente esos seis pesos y se ahorra comprar un yogur que probablemente no quiere, pero lo consume para calmar su consciencia, cuando lo único que hace es enriquecer a una empresa que usa la desgracia ajena como publicidad? Me dan ganas de gritarles eso, me dan ganas de gritar muchas cosas. Lo peor es que la mayoría de mis compañeras correrán a comprar el estúpido yogur, para hacer su buena acción del día.

De pronto todos aplauden, algunos con más ganas que otros, al parecer la disertación por fin ha terminado.

—¿Tienen alguna pregunta para hacerle a la señora Mleding?—pregunta el director.

De pronto me sorprendo a mí misma levantando al mano, esa parte furiosa de mi subconsciente reclama hablar.

—Genial, Emma —interviene el director mientras uno de los ayudantes se aproxima hacia mí con el micrófono—. Es interesante lo que Emma pude aportar, su madre murió de esta enfermedad el año pasado —le explica a la conferencista.

—Lo lamento mucho cariño, pero seguro ya sabes que una mamografía tiempo puede evitar la muerte—me dice con un tono meloso y de estar más cerca me habrían dado ganas de escupirle en el rostro ¿está insinuando que mi madre fue culpable de su propia muerte? Porque eso parece que insinuaran en estas campañas.

—Claro, una mamografía a tiempo cuando tienes un seguro privado, o dinero para pagarlo por ti misma, pero para quienes estamos en el seguro público de salud tenemos que esperar al menos tres meses para una mamografía de emergencia. —De pronto se hace un silencio absoluto en el auditorio.

—Eso es lo que estamos tratando de arreglar con la campaña, que más mujeres puedan acceder a mamografías gratis.

—Genial, mamografías para todas, suficiente para calmar su conciencia y dárselas de samaritana ¿y después qué? ¿Cuando tienes el cáncer qué hacer? ¿Ir cada día al hospital a pedir una cama para las sesiones de quimioterapias? ¿Cómo tenía que ir yo cada día? ¿Ver cómo las personas con amigos o quienes pagaban sobornos conseguían un espacio para hacerse su tratamiento a tiempo mientras el resto tenía que esperar y ver como la enfermedad avanzaba en lugar de retroceder, para ser operada demasiado tarde culpa de la burocracia y la saturación? Usted se salvó porque tenía dinero, y la realidad es que el dinero no compra la salud, pero si el remedio. La gente rica vive y la gente pobre muere. Debería escribir eso en sus estúpidos listones. Porque esa es la realidad y no importa cuántos yogures venda, ninguno va a devolverle la vida a mi madre quien merecía vivir más que usted. —Le entrego el micrófono a Arturo y salgó a toda velocidad de ahí. No estoy ni segura de lo que dije, solo siento que no dije lo suficiente.

Mamá está muerta y esa mujer sigue viva solo porque nosotras no pudimos pagar ni una sesión de quimioterapia. Porque para el momento en que conseguimos una cama disponible en el hospital el cáncer de mamá había hecho metástasis.

Me encierro en el baño; no había llorado así en meses, ni siquiera lloré como ahora cuando ella murió. Jamás la había extrañado tanto como la extraño en este momento y jamás le había deseado tanto la muerte a alguien.

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Gente que estará en La Paz! el domingo en la FIL, estaré firmando libros, habrá Después de clases, será su oportunidad de tener una copia. También presentaré "Por tu amor al arte", a las 21:00

Por tu amor al ArteWhere stories live. Discover now