Miro sus ojos llenos de bondad, y se me olvida el motivo de mi indiferencia con este noble hombre.

-Gracias -le susurro.

Abre los ojos como platos y se queda boquiabierta. Se nota que lo he tomado por sorpresa.

-No tienes nada que agradecer, cariño. Ahora descansa. Pronto volveremos a casa. -responde con dulzura.

Cierro los ojos y me vuelo a sumergir en una absoluta oscuridad.

Al despertar me sobresalto al encontrarme en mi habitación.

-Puedo pasar? -es papá, da pequeños golpes en la puerta como adivinando que ya he despertado.

-Sí -contesto en un tono cansado.

Abre la puerta y se queda observándome desde el umbral.

-Alguien ha venido a verte -me dice con una expresión neutral.

-Quién? -pregunto confundida. 

No sé porque, pero algo en mí se mueve al pensar que podría ser Will. Sin embargo, no tarda en aparecer una mujer muy guapa. Cabello oscuro, ojos del mismo tono, delgada y con gafas. 

-Buenos días, señorita Yoselyn. Mi nombre es Victoria Clayton -dice la mujer, con una enorme sonrisa en su rostro.

Frunzo el ceño y desvío la mirada. 

<Psicóloga entrometida.> espeta mi mente.

-Sí. -respondo en voz alta.

-Perdón? -dice la mujer, mejor dicho, Victoria.

Tengo que dejar de contestar a mi mente en voz alta. Si quiero salir de esto, lo mejor será mostrar estabilidad emocional ante esta mujer.

-Digo, que sí sé quien es usted. -me retracto.

Ella amplía aún más su perturbante sonrisa.

-Mejor las dejo para que charlen. -dice papá y se marcha, cerrando la puerta.

Victoria aprovecha para tomar asiento en una silla que se encuentra a lado de mi cama. Al parecer esto ya estaba planeado.

-Bueno Yos, tengo entendido que estás pasando por una situación muy didícil, no? -dice Victoria. Su voz es tan chillona. Es realmente molesto.

-Yoselyn. Mi nombre es Yoselyn. Solo mis amigos me llaman Yos, y lamento informarle que usted no entra en la lista. Y no, no estoy pasando por un momento difícil. -miento.

 -Entonces, que son esas auto-lesiones en tus muñecas? -pregunta cautelosa.

Me limito a desviar la mirada y encogerme de  hombros.

Entonces ella pregunta:

-Por qué no quieres hablar conmigo, Yoselyn? Podemos ser buenas amigas.

Siento como poco a poco la adrenalina va apoderándose de mi cuerpo. Sin embargo, respondo con toda la calma que soy capaz de producir.

-Por que, simplemente no me apetece conversar de mis problemas con alguien que tiene que fingir que le importo e intentar ser mi "amiga", solo por la necesidad de obtener más dinero de lo que ya tiene. Así que, señorita Victoria, con todo el respeto que se merece, le pido que se marche de mi habitación.

Victoria se queda mirándome por unos minutos, hasta que por fin se levanta, se dirige a la puerta, pero no se marcha sin antes decir: 

-Que tengas un buen día, Yoselyn. Hablaremos en otro momento. - y se marcha.

Tengo los nervios alborotados y solo se me ocurre alguien que puede consolarme después de esta situación. Mamá.

Me levanto lentamente y encima de mi pijamas, me coloco una sudadera negra.

Bajo lentamente las escaleras, para evitar preocupar más a papá. Llego a la puerta y con mucho cuidado la abro y salgo. 

Me dirijo al bosque, aparentando estar muy tranquila, sin embargo, por dentro me estoy destruyendo. Me adentro en el bosque, cuando mi mente vuelve a sacar su arma.

<Intento de suicidio? Ni para eso sirves. Eres una basura>  se burla.

-Cállate! -grito.

<Eres una basura... basura! Ya acéptalo> continúa burlándose.

Sin darme cuenta y sin entender por qué, las lágrimas corren por mis mejillas. Empiezo a correr, para poder acurrucarme en los brazos de mamá, y así, poder desahogar toda esta rabia que siento.

<Has un favor a todo el mundo y mátate de una vez> reclama mi mente.

-Por favor, para. -le suplico, sin parar de llorar, ni correr.

Cada vez estoy más cerca de ella. Cada vez son menos los metros que nos separan. Capaz vez estoy más cerca de su piel y de ese tierno consuelo que siempre me ofrece.

Hoy más que nunca, te necesito, mamá.

Sigo corriendo, ya estoy cerca. Sin embargo, me detengo en seco al llegar.

Hay una persona sentada de espalda a mí, en mi roca.

Qué hace aquí? Quién es? 

"Vete" trato de gritar pero algo me lo impide. 

Me quedo pasmada. Un joven se ha infiltrado en mi bosque, ha invadido mi privacidad. Como si eso fuera poco, desconozco su identidad. 

Siento que me quedo sin aire. Inhalo profundamente para poder articular nuevamente alguna palabra. Y me limito a observar, antes de empezar a exigirle que se marche.

-Quién eres? -le pregunto con una voz ronca, pero firme.

El joven, que aparenta tener unos diecisiete años, se sobresalta e inmediatamente voltea.

Sus ojos verdes no tardan en clavarse en los míos. Y me sorprendo al ver la intensidad con la que me mira. 

Sin querer hacerlo, me ruborizo.






MI BOSQUEOnde histórias criam vida. Descubra agora