zehn.

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Tristán había cambiado completamente de un día para el otro. Continuábamos en el hospital, pero ahora ya hablaba más y no veía con cara de asco a las enfermeras que revisaban sus signos vitales cada seis horas.

Mientras acariciaba su cabello, en silencio, él me observaba atentamente. Sonreía por razones que me eran desconocidas.

—¿Qué pasa?

—Nada.

—Tris.

—Estaba pensando en que es absurdo que, aunque me hayan diagnosticado con tiempo, no puedan curarme. Es... gracioso. Viviré menos tiempo que otra persona con análisis tardíos.

Me quedé muda ante sus palabras. Una parte de lo que había dicho me resultaba dolorosamente cierto, pero no había nada que pudiera hacer para que él pensara una cosa diferente.

Tristán hizo un amigo en las quimioterapias, se llama Paul. A él le habían diagnosticado osteosarcoma hacía unos siete meses, pero ya estaba demasiado avanzado como para hacer algo por él. Los médicos insistían en que mejor fuera a casa y esperaran lo peor, pero por supuesto que sus padres no accedieron a ello. Continuaron con las radiaciones y quimios, y después de tres meses y medio se había curado como por arte de magia.
Claro que aún tenía cáncer, pero sobreviviría muchos años más.

—¿Te gustaría que contactara a Paul?

—Me agradaría saber qué ha sido de él, pero soy demasiado egoísta y le diría cosas malas si lo veo... —admitió. Me dolía el alma al verlo así de decaído, pero al menos yo no había abandonado mis esperanzas de que Tris pudiera mejorar.

—Bien, le llamaré por teléfono y seré su mensajera personal.

—Por esa y otras razones más, te amo, Alexis.

Sonreí y me incliné para besarle los labios. Hizo un gesto de molestia cuando me separé de él.

Una enfermera entró a la habitación enseguida. Me alejé de la camilla todavía más y Tristán apretó los labios, formando una línea. Seguía sin estar cómodo con la presencia de aquellas mujeres que sólo hacían su trabajo.

—Bien, Tristán, el doctor Hudson quiere que te preparemos para una tomografía. ¿Puedo pedirle que se retire, señorita? —Me miró con amabilidad y tuve que aceptar. Le tiré un beso a Tris antes de salir de la habitación.

[...]

Los padres de Tristán habían llegado hacía menos de una hora, cuando apenas llevaron a su hijo a la tomografía. Les informé todo y se sentaron en silencio. No pude evitar ver que su madre se puso a llorar.

Recuerdo que todo sucedió muy deprisa. Vi pasar al medico principal de mi novio, dirigiéndose a la habitación donde lo llevaron después de los estudios. Volvió a salir, con papeles en mano, buscando a los tutores.

—Familiares de Tristán Green.

—Sí, aquí —mencionó su padre. La mujer y yo nos levantamos segundos después, yo apoyándola agarrándole la mano—. ¿Qué noticias tiene, doctor?

Su expresión facial me impide suponer qué es lo que va a decirnos. Tanto puede ser malo como bueno, y tengo miedo de que sea la primera opción.

Nos informa todo lo que ha sucedido en la tomografía, y sobre cómo ha respondido bien a la radioterapia.
Todo es perfecto. Todas son buenas noticias.

—Puede ir a casa. Necesitará quimioterapias de todos modos, pero podrán administrársele en la comodidad de su hogar. Y ya no serán tan paulatinamente —nos sonrió tan genuinamente que hasta llegué a sentir la calidez de sus palabras.

—¿En serio? —La mamá de Tris se llevó las manos a la boca y sollozó más fuerte que antes—. Eso es... excelente. Muchísimas gracias, doctor Hudson.

—Agradecemos todo lo que ha hecho por nuestro hijo —dice su padre.

—Es mi trabajo y me hace feliz —articuló—. Necesito que firmen los papeles del alta, ¿gustan acompañarme?

La mujer me soltó, no sin antes sonreírme. Presionó mi mano con fuerza y se alejó junto a su esposo y el doctor.

Yo no dudé un momento en regresar a la habitación de Tristán.
Él estaba sentado encima de la cama, apoyando la espalda en un par de almohadas. Me sonreía de un modo diferente al que había estado utilizando conmigo hacía un par de meses.
Estaba esperándome.

—Me iré. Estoy limpio.

—Casi limpio, amor —corrí hacia él para unirnos en un fuerte abrazo. Lo besé después con dulzura—. Todo... volverá lentamente a ser como antes.

En los ojos de Tristán | LIBRO IIWhere stories live. Discover now