No tengo idea de como he encontrado la forma de llegar a casa, pero lo he logrado. Me duele todo el cuerpo, así que me restriego con las manos las partes más dolorosas. 

Abro la puerta y encuentro a quien menos quiero ver en este momento. 

-No dormiste en casa -dice mi papá, con evidente enfado.

-En serio? Dime algo que no sepa ya. 

-Yos, dónde estabas? -espeta él.

-No es de tu incumbencia! -le grito.

Respira y evidentemente trata de encontrar un poco de paciencia dentro de su frágil ego.

-Cariño, no podemos seguir así. Necesito que hablemos, y no me refiero a las discusiones de siempre, ni a los regaños. Necesito que hablemos como padre e hija. Crees que a mí no me ha afectado todo esto? Yo la amaba. Ella era mi vida, y ahora que se ha ido, se llevo una parte de mí con ella. Nunca volveré a ser el mismo. Era ella quien me daba fuerzas cuando sentía que el mundo se me venía encima. Era ella quien me incentivaba a seguir luchando cuando mis fuerzas habían colapsado. -se detiene un momento y toma aire -La sigo amando. No soporto ir a la cama, y darme cuenta de que ella no está allí, y que nunca volverá a estar.

Lo miro a los ojos, cosa que no hago hace tres meses. Trato de buscar en su mirada algún rastro de mentira, sin embargo, solo encuentro dolor, auténtico dolor.

Mis ojos se cristalizan y unas frágiles gotas se deslizan por mis mejillas. Trato de no desmoronarme, trato de ser fuerte. 

Pero está entregándome su corazón, quizás sea hora de perdonar. 

<No seas ilusa. Él odiaba a tu madre y tú lo sabes bien.> replica mi mente.

-Mentiroso -susurro y me voy a mi habitación.

Inhalo y exhalo de forma exagerada para lograr mantener el control.

Me saco la ropa sucia, llena de barro y me meto al baño.

Es agradable sentir el agua escurrirse por mi cuerpo, es una sensación muy reconfortante. 

<Ella sigue aquí> de repente esa voz en mi cabeza vuelve.

-Eso crees? -le pregunto.

<Tú misma la viste>

-Pero, porqué volvería?

<Vino por ti>

Eso no es posible. O sí? Quizás ella quiere que vaya con ella. Quizás ella no soporta el hecho de estar separadas. Oh, mamá! Yo tampoco lo soporto.

Salgo con una toalla y me preparo para volver al infierno. El colegio.

Esta vez, opto por una blusa con mangas largas violeta oscuro y mis jeans negros de siempre. Recojo mis cosas y salgo de mi habitación.

No veo a mi papá por ningún lugar. Lo habré lastimado?

<Él se lo merecía>

-Sí, tienes razón. -respondo en voz alta.

Abro el refrigerador y tomo una barra de cereal para el camino. Vuelvo a mirar a mi alrededor antes de dejar la casa.

El autobús, como siempre, llega justo a hora. Subo a él y se repite la misma rutina de ayer. 

Miradas, silla vacía, libro. 

Finjo que no me afecta en lo más mínimo y me limito a descender cuando llegamos.

Al bajar mis ojos descansan en el chico más atractivo del instituto. Will. Está rodeado por sus amigos, riendo a carcajadas, sin embargo, al darse cuenta de que lo observo, se despide de sus amigos y se dirige hacia mí.

-Hola, preciosa -dice con una sonrisa.

-Will, cómo te va? -pregunto entusiasmada.

-Ahora que te veo, no me puede ir mejor -lo suelta como si esta fuera nuestra forma habitual de conversar.

Me ruborizo y agacho la mirada para que no lo note.

-Bueno, nos vemos luego, supongo. -le digo algo dudosa.

-Por supuesto -asiente.

Las clases culminan más rápido de que lo que esperaba. No es para presumir, pero con los golpes de ayer, Micaela no se ha atrevido a aparecer.

Recojo mis cosas y salgo del salón muy cansada. Solo quiero dormir hasta el día siguiente, o una semana entera!

Me sorprende ver a Will esperándome en la salida. 

-Hey! -lo saludo Y él sonríe.

-Podemos hablar? -pregunta sin más. 

Me limito a asentir. Luego me guía al patio del colegio, en una esquina, muy privada.

-Yos, solo quería decirte que últimamente estás muy guapa. -me sujeta de la cintura.

-Wow, gracias, supongo. -respondo cautelosa. 

Porqué me está sujetando así? Y por qué me dice esto ahora? Estoy realmente confundida, no lo entiendo.

-En serio, eres muy guapa -afirma.

Asiento y sin darme cuenta nos estamos mirando directamente a los ojos. El azul de sus ojos me hace temblar y en un segundo siento sus manos en mis nalgas y sus labios fundiéndose con los míos.

Me está besando.











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