Abro la puerta, para encontrarme con mi papá, que estaba a punto de volver a golpear mi puerta. Sin embargo me mira con entusiasmo y evidente alivio.

- Buenos días, cariño!

Me limito a mirarlo a los ojos de una manera neutral y sigo mi camino hacia el comedor.

No he hablado mucho con él desde que murió mamá, solo le he dicho algunas groserías y nos hemos metido en algunas discusiones. Nada más.

Bajo las escaleras, y entro al comedor. Papá ha preparado wafles, eran mis favoritos cuando mamá los hacía. Ahora los odio.

- He preparado uno de tus desayunos favoritos. De esos que te hacía tu madre. -trata de sonreír, pero al ver mi rostro alterado se pone serio. 

- No la vuelvas a mencionar! - le grito.

Agarro el plato con wafles y lo estrello contra la pared. Mi pulso se acelera y puedo sentir la adrenalina correr por mis venas.

- Cariño, lo siento. Pensé que te gustarían y te animarían para ir al colegio.

- Pensaste mal. Como siempre. -le lanzo una mirada asesina y me voy.

Abro la puerta y salgo, pero no me voy sin antes cerrarla de un portazo.

El autobús se acerca a una cuadra, el mismo autobús que pasó durante tres meses frente a mi casa, esperando que vuelva  a subir en él. Nunca pasó, hasta ahora.

Se detiene enfrente de mí y abre sus puertas para que pueda pasar.

Me hablo mentalmente, "Respira, sobrevivirás".

Inhalo y exhalo dramáticamente antes de empezar a dar pequeños pasos hacia el interior del autobús. 

El conductor, Jorge, que siempre fue mi amigo, me sonríe. Asiento con la cabeza y me sigo adentrando.

Todos me observan. Observan cada paso que doy, cada bocanada de aire que inhalo. Todos tratan de encontrarse con mi mirada, sin embargo, yo me concentro en el único lugar libre que hay en el autobús. Llego hasta allí y tomo asiento.

Saco un libro, "Oscuros", de mi saga favorita. Simulo leer, porque no puedo concentrarme con tantas miradas puestas en mí.

Desearía levantarme y gritar a todos que me dejen en paz. Acaso no tienen algo mejor que hacer?

Pasando aproximadamente diez minutos, el autobús se detiene frente al colegio.

Mi colegio, "Rosa Azul", es el lugar más horrible en el que un adolescente podría estar. Aquí perteneces a un grupo social o te hacen trizas. Así de simple.

Desciendo del autobús lentamente. Todos voltean a verme. Decido ignorar la mala educación de todos y seguir mi trayecto hasta el salón de clases.

Al caminar me doy cuenta de tantas cosas. Chicas murmurando en mi nombre, risas por montón en una esquina y lo que más me molesta, personas dándome miradas llenas de lástima.

Es muy fácil ignorar a todos, pues con la cara de asesina que tengo, nadie tiene las agallas de dirigirme la palabra. Estupendo. Hasta que lo veo, Will Sky, es tan perfecto, es la única persona a quien me atrevo a mirar a los ojos y olvidar poner mi cara asesina. Soy tan vulnerable ante él. Aunque nunca apareció por casa cuando mi mamá murió. Somos amigos, por lo menos un abrazo reconfortante es lo que esperaba. Pero supongo que no se atrevía a ir a verme, seguro estaba muy ocupado o simplemente le daba miedo que yo no lo reciba. Es tan considerado.

Quiero hablar con él, o mejor, ir corriendo hacia sus brazos y olvidar toda esta pesadilla en vida que estoy viviendo. Sentir sus labios sobre los míos y embriagarme con su olor. Pero no frente a todos, no quiero que nadie más, excepto él, se dé cuenta de mi vulnerabilidad.

Me limito a seguir avanzando, hablaré con él en otra hora.

Al llegar al salón de clases, casi todos están en sus respectivos asientos, sin embargo, Javier se encuentra en el mío. 

Lo fulmino con la mirada y se levanta de un brinco. Fijo la mirada en el fondo del salón y me encuentro con una silla libre. Le vuelvo a lanzar otra mirada y tomo asiento en el fondo.

Nunca antes me había sentado tan atrás, mis amigas y yo, siempre tuvimos la manía de ser el centro de atención, por lo tanto nuestras sillas siempre estaban en primera fila. 

Trato de ignorar el hecho de que todos han volteado a mirarme y me dedico a sacar nuevamente mi libro.

Micaela, una amiga de la infancia empieza a acercarse a mí. Inmediatamente me pongo tensa. Sin embargo, el maestro entra en el salón y la interrumpe.

-Buenos días, chicos! -el maestro Diego de ciencias, siempre con su deslumbrante sonrisa. -Cada uno tome asiento en sus respectivas sillas, por favor. Micaela, se acabó la hora de charlar.

Suspiro aliviada cuando ella da media vuelta y se sienta en su silla.

-Bueno, chicos, hoy nos toca hablar de la diferencia entre la célula humana y la célula animal. -el maestro empieza su clase, sin embargo, se interrumpe al verme. -Yoselyn, que bueno volver a verte!

Diablos. Lo que me faltaba.

Todos voltean nuevamente a verme y no encuentro más refugio que agachar la cabeza y fingir que nadie más existe.

La clase continúa, y nadie vuelve a centrar su atención en mi. O eso creo.

Ha llagado la hora del recreo y todos salen del salón. Espero a que Micaela venga a atacarme con su supuesto dolor por mi perdida. Pero, al levantar la vista, ya se ha ido. Genial.

Me encuentro en un debate mental de si debería o no salir al recreo. Sin embargo, me decido rápido cuando el maestro trata de acercarse a mí, para "hablar del tema" supongo. 

Me levanto de un brinco y sin decir palabra, salgo del salón.

No tardo mucho en llegar al comedor, que por cierto, se encuentra infestado de alumnos. Pero, a pesar de tanta gente, mis ojos no tardan en encontrar a Will.

Me quedo observándolo, hasta que me sorprende cuando vuelve la mirada hacia mí. Nuestras miradas se encuentran y él me sonríe. Trato de devolverle la sonrisa, pero después de tanto tiempo, creo que olvidé como sonreír.

Se levanta y empieza a dar grandes pasos, acortando cada vez más la distancia que nos separa, hasta que estamos uno frente a otro.

- Hola, Yos -dice, su sonrisa me derrite.

- Hola Will -respondo con voz grave y tímida.

Agacho la cabeza y sin darme cuenta, tengo sus brazos a mi alrededor y se está uniendo a mí en un tierno abrazo. Lo rodeo con mi brazos e inhalo esa fragancia tan provocativa que tiene. Él hunde su cabeza en mi pelo y siento que aspira lentamente. Siento su corazón latente, y no logro distinguir si es mi pulso o el suyo el que se ha acelerado de forma desenfrenada.

Esto es un sueño. El abrazo que esperé durante tres meses, hoy está ocurriendo y no puedo disfrutarlo más de lo que lo disfruto. 

Se separa de mí y no logro comprender porqué desvía la mirada hacia atrás. Hasta que lo veo y entiendo.

Sus amigos se están riendo a carcajadas, señalando a nuestra dirección. De inmediato me pongo tensa y observo el siguiente movimiento de Will.

Se voltea para mirarme y me guiña un ojo.

Me derrito.

-Adiós, preciosa -dice y mientras se va, con una mano roza mi cintura.











































MI BOSQUEWhere stories live. Discover now