Capítulo 5

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El cuatro de diciembre era un día especial. Cada año, la madre de Baekhyun preparaba una canasta con comida y compraba un gran ramo de flores blancas. El auto de BaekHyun siempre se llenaba de esa extraña combinación de aromas. Era una cita especial entre madre e hijo, pero no era por diversión. En realidad, iban a honrar la memoria de una querida amiga.

—Pobre señora Park... —la señora Lee sollozaba sobre la tumba, después de llenarla de flores.

BaekHyun permanecía de pie junto a su madre, dedicándole en silencio una plegaria a la fallecida. El cuatro de diciembre, era el único día que se permitía pensar en ChanYeol. Desde que se levantaba, hasta que iba a la cama por la noche, dedicaba sus pensamientos a él. ¿Dónde estará? ¿Por qué nunca visita la tumba de su madre? Todo el dolor que debió soportar..., se hacía mil preguntas más. Siempre luchaba para no llorar, se decía a sí mismo que aquella historia estaba terminada, olvidada en lo más profundo de su corazón, como un libro viejo cubierto de polvo, que nadie volvería a leer. Sin embargo, las heridas que aquello había dejado en su corazón, seguían sangrando. Sin importar cuánto quisiera ignorarlas, ellas palpitaban de dolor dentro de él.

—Ya es tarde —anunció el muchacho, tocando el hombro de su madre tiernamente—. Creo que la señora Park tiene todo lo necesario.

—Sí... —respondió la señora Lee después de suspirar, secó las lágrimas de sus mejillas y se levantó con la ayuda de su hijo—. Después de todos estos años, no puedo creer que haya pasado esto. Mi corazón se estremece sólo de pensar en la horrible muerte que tuvo. Era tan amable.... Y su hijo, pobre muchacho.

BaekHyun no respondió. Cada año era lo mismo, su madre compadecía a los pobres vecinos sin parar. Su dolor se dilataba dentro de él, así que se limitaba a escuchar y asentir.

—¿Nunca te contactó, verdad? —preguntó la mujer, mientras caminaban hacia el auto— Ustedes eran tan amigos. Si no nos hubiésemos mudado antes de que ChanYeol regresara del ejército, quizá podríamos haber ayudado aquella noche. Creo que siempre me sentiré culpable. Me pregunto por qué el señor Park reaccionó así. Se sabía que era un hombre violento, pero nunca pensé que llegaría a ese extremo.

La señora Lee no dejaba de hablar. Con cada palabra, BaekHyun sentía cómo las heridas ardían más y más.

—Bueno, ahora las cosas son mejores para nosotros. Supongo que ChanYeol está bien, debe ser un tipo fuerte para haber superado tanto —BaekHyun no se molestó en dar una respuesta demasiado sentimental. Sólo trataba de concentrarse en el camino, mientras su madre parloteaba en el asiento del copiloto.

—Hubiera sido bueno tenerte cerca en esos momentos, ¿no crees? Eran tan buenos amigos, apuesto a que le hiciste mucha falta. Imagínate, el pobre muchacho solo en el mundo. Su madre muerta y su padre en la cárcel, cuánto debió haber sufri...

—¡Mamá, basta! —exigió BaekHyun, golpeó el volante con la palma de su mano, una pequeña válvula de escape para su frustración. El auto se desvió de pronto, para terminar estacionado a un costado del camino—. ¡Es suficiente con venir cada maldito año! ¿Qué clase de hijo se olvida de su madre muerta? ¡ChanYeol no es el pobre muchacho que te imaginas! ¿Dónde está su honor y su amor de hijo? ¡Es un imbécil egoísta que no se preocupa por nadie más que por sí mismo! ¡Agradezco a Dios que se haya largado! ¿Quieres que tenga un amigo así? ¿Cómo puedo confiar en alguien así?

La señora Lee presencio el exabrupto de su hijo en silencio, con una expresión de sorpresa en su rostro. Era la primera vez en mucho tiempo que su hijo expresaba algo más que frialdad y estoicismo.

—Yo... yo... Lo siento mucho, hijo —musitó la mujer, que sentía más pena que sorpresa.

—No... —BaekHyun suspiró. Cerró los ojos por un momento para recuperar la compostura, después encendió el auto de nuevo para regresar al camino— No te preocupes. Yo soy el que lo siente, mi reacción fue exagerada... Es sólo que... Me gustaría saber por qué ChanYeol no viene a ver a su madre, eso es todo.

El muchacho ofreció aquella disculpa, acompañada por una breve explicación no solicitada. La señora Lee pensó que su hijo intentaba convencerse más a sí mismo que a ella.

Ambos permanecieron en silencio por el resto del camino. Cuando BaekHyun le abrió la puerta del auto a su madre, para ayudarla a bajar, ella le dedicó una mirada llena de angustia.

—¿Estás bien, hijo? —le preguntó, antes de despedirse.

La señora Lee sintió que había vivido engañada esos últimos años. Pensó que su hijo había madurado, que su personalidad fría y su vida solitaria eran producto del trabajo al que tanto se dedicaba. Sin embargo, después de ese breve incidente, sus opiniones se confundieron.

—Estoy bien, no te preocupes —BaekHyun sonrió y tomó su mano para besarla.

—Si algo te molesta, puedes hablar conmigo, ¿sí?

—Sí, mamá. Deja de preocuparte, estoy bien.

—Bueno, bueno, vete ahora. Debes prepararte para la cena de esta noche. Ponte muy guapo, quiero que dejes a todos impresionados.

BaekHyun sonrió de nuevo y asintió. Subió al auto después de besar la mejilla de su madre. Condujo hacia la oficina, con las lágrimas luchando por salir de sus ojos.

—Estoy bien, estoy bien... estoy bien —se repetía a sí mismo, tomando grandes bocanadas de aire para asustar al llanto.

Cuando estaba a punto de entrar al edificio, luego de dejar el auto en el estacionamiento, se topó de frente con su padrastro, quien se dirigía a casa con la intención de prepararse para la cena. Su rostro sólo reflejaba vergüenza. Desde que le había hecho aquella petición a su hijastro, había perdido la capacidad de verlo a los ojos.

—¿Ya está todo listo? —BaekHyun inició la conversación, quería parecer tranquilo.

—Sí. Dejé la dirección del restaurante con tu asistente. No llegues tarde, por favor.

El hombre inclinó la cabeza y se dirigió a su auto sin decir más. BaekHyun lo conocía bien, sabía que aquel asunto lo estaba afectando. Se sentía culpable por echarle a perder la vida para su propio beneficio. Sin embargo, el muchacho no lo veía así. Después de reflexionarlo unos días, concluyó que lo mejor era aceptar aquel matrimonio. Sabía que le iba a ser muy difícil encontrar el amor, no por falta de voluntarias, sino por su falta de interés. Después de todo, había renunciado a sus propios deseos mucho tiempo atrás. Su madre le pedía nietos y él no quería negárselos. Además, eso era lo que todo hombre joven en su condición debía hacer. Casarse con una mujer decente, formar una familia, trabajar arduamente día tras día, para proveer a sus hijos de lo necesario, después vendría la muerte. Era más fácil de esa manera, salvaría la empresa de su padrastro y su futuro quedaría arreglado sin la molestia de buscar a la mujer indicada. Así, su existencia habría tenido algún sentido, aunque no era el que él hubiera deseado.

BaekHyun trabajó un par de horas en la oficina, miraba el reloj en su muñeca cada diez o quince minutos, sólo para asegurarse de que estaba a tiempo. Su asistente le dio la dirección del restaurante y se fue a casa. Tomó una ducha, se puso su mejor traje, peinó su cabello y usó la colonia más costosa de su tocador. Mirándose al espejo una última vez, trató de convencerse a sí mismo de que estaba tomando la decisión correcta. Aún era cuatro de diciembre, así que ChanYeol se coló en sus pensamientos. Por un momento, fantaseó con la posibilidad. Pensó en cuán diferente sería su vida si su mejor amigo no hubiera salido corriendo aquella noche, pensó en cuán feliz sería si le hubiera correspondido, si hubieran huido de todos y de todo para proteger ese sentimiento que los unía. El nudo de la corbata estaba demasiado apretado, le costaba respirar. BaekHyun lo aflojó un poco y salió del departamento. No quería llegar tarde, su destino lo esperaba.


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