1. El gusto por el chocolate.

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Madison suspiró por quinta vez en menos de tres minutos. - Puta vida - se quejó aburrida, observando el techo de madera de la cabaña en la que se encontraba.

La puerta del lugar se abrió. - ¿Madison Baldwin? - preguntó una de las encargada del campamento. La chica le dedicó una interesada mirada desde el suelo -. Entrega para ti - sostuvo un paquete cuadrado, grueso y rosa frente a ella, y Madison se puso de pie para tomarlo.

Una vez que la encargada, cuyo nombre no recordaba, se marchó, procedió a leer la tarjeta que acompañaba el paquete.

"Mad:

Te mando estos panecillos para que te diviertas, sé que ahora debes estar en un punto máximo de abstinencia de chocolate ;)

Vuelve pronto.

Tu amigo más caliente, Rush"

Ella sonrió ampliamente y soltó un grito de alegría, tomando desesperadamente el paquete en sus manos. Llevaba tres semanas en ese campamento para músicos y artistas al que voluntariamente se había inscripto para pasar las vacaciones de verano, pero ya estaba cansada de las actividades grupales y de toda esa gente tan feliz a su alrededor. No iba con ella.

- Rush, te amo tanto en este momento, jodido idiota - abrió el paquete y vio seis panecillos. Rápidamente mordió uno y gimió de placer.

No, no es que ella fuera adicta al chocolate, es que esos dulces no eran normales. "Chocolate" era una palabra clave entre ella y su mejor amigo para hacer referencia a la marihuana. Eran panecillos hechos con esa hierba.

Sonrió comiéndose dos de los mismos. Al día siguiente volvería a su hogar en la ciudad, junto con sus padres, su hermano gemelo, sus primos, sus tíos y su mejor amigo. Esa noche habría un concierto en el campamento, donde un famoso Youtuber se presentaría.

Madison amaba a ese chico. Se hizo famoso por los covers que realizaba de canciones muy populares, modernas y clásicas, acompañado por su guitarra. Su nombre era Alec Ritch, y tenía solo dieciocho años.

Para la hora del concierto, Madison tomó unos pantalones vaqueros rotos y una camiseta de Nirvana, acompañando su atuendo con sus fieles calzados negros. Estaba medianamente drogada para ese entonces, y las chicas con las que compartía la cabaña la miraban sin comprender qué sucedía.

Casi nunca se drogaba sola, siempre estaba Rush allí para hacerla reír como loca, incluso a veces Cassie se unía a ellos. Extrañaba a sus compañeros en el crimen.

Sus ojos estaban rojos debido a los efectos de la marihuana; tambaleando levemente llegó hasta la tarima, donde muchos de los campistas ya se encontraban aguardando la salida de Alec. - Maddy, ¿cómo estás? - saludó una chica. La nombrada la miró y rio, reía de todo cuando estaba en ese estado.

- Genial. Simplemente genial. ¿No es genial todo?

Frunció el ceño. - Uhm, ¿supongo? - dudó -. ¿Te sientes bien?

Madison volvió a reír y fijó su vista en el pasto, donde pequeños osos pandas y koalas estaban creando una aldea. - Quiero besar a Alec Ritch. ¿Crees que a él le gusten los sándwiches de pollo?, son mis favoritos. ¿A ti te gustaría tener a una iguana de mascota?, se ven muy geniales con todos esos colores y sus ojos saltones. Tengo hambre, ¿hay cerveza? - Lo dijo todo de una vez y luego soltó una sonora carcajada. La chica que la acompañaba retrocedió a paso lento y se marchó.

El famoso Youtuber apareció en escena y, luego de agradecer la invitación y hablar por unos segundos, comenzó a ejecutar su guitarra al ritmo de las canciones de Arctic Monkeys. Madison enloqueció: era su grupo favorito. Cantó y bailó cada canción, hasta que el concierto acabó y se las arregló para gatear sobre el pasto hasta detrás del escenario.

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