4. Espíritu adolescente.

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— No puedo creer que seas una zorra malagradecida, Madison — se quejó Cassie, lanzándole un abrigo, mientras su prima empacaba ropa para el viaje que haría ese día con su mejor amigo —. Pudiste haberme invitado, ¿sabes?

Puso los ojos en blanco. — ¿Tú de verdad crees que nuestros padres nos habrían dejado ir a las dos solas? — Tomó su celular, el cual estaba enchufado al cargador —. Además, te encargué la tarea de llevar a Meg a la fiesta del sábado. No tienes idea de lo mucho que me costó convencerla.

Se lanzó dramáticamente sobre la cama y suspiró. — ¿Crees que ella y Rush tendrán sexo este fin de semana?

Maddy dejó de moverse por toda la habitación. — Realmente no quiero pensar en eso, Cassie — hizo una mueca de incomodidad —. Él es como mi hermano.

Puso los ojos en blanco. — Pero no lo es. Y está delicioso, ¿has visto su abdomen?, ¡por Dios!

— Eres un asco, te lo juro — siguió empacando.

Se apoyó en los codos para mirar mejor a su prima, ignorando lo que le dijo. — ¿Y tú piensas acostarte con Alec Ritch?

Suspiró cansada. — Cassandra, no voy a acostarme con un desconocido, por favor — soltó exasperada —. Solo somos amigos, y no me interesa lo que Rush te haya dicho de los mensajes que me manda. Es muy agradable, y también odia todo en el mundo.

— Entonces tienen todo en común — puso los ojos en blanco —. Si yo fuera tú, me acostaría con él, es una oportunidad en un millón.

— Pero tú eres tú, yo soy yo, Cassie. Y no quiero hablar más de eso — acabó de empacar todo y oyó que alguien se aclaraba la garganta detrás de ella, haciendo que ambas chicas miraran hacia la terraza.

— ¿Lista, pequeña Dea?, nos vamos en veinte minutos — Rush estaba apoyado en la puerta corrediza de vidrio, con su camiseta apoyada en el hombro derecho, exhibiendo su abdomen desnudo.

Maddy puso los ojos en blanco al notar como Cassie miraba a su amigo. — Estoy lista. Y ponte la camiseta o Cassie va a violarte.

El chico alzó una ceja y la rubia rio, guiñándole un ojo. — Ya sabes, Rush: nunca le digo que no a un buen pedazo de carne.

Él bufó con algo de gracia. — Tal vez eso funcione con Ash, Cassie.

Gruñó. — No quiero hablar de él — se puso de pie —. Me voy, me caen mal en este momento.

Salió de la casa de su prima y, justo cuando iba a cruzar la calle para ingresar a su propia casa, vio a un chico caminando hacia ella, soltando sensualmente el humo de su cigarrillo. Al instante caminó hacia él, balanceando sus caderas al ritmo de cada paso.

Él alzó una ceja con diversión. — Coleman — saludó con un ligero asentimiento.

La rubia se detuvo frente a él. — Park — le sonrió abiertamente —. Si vienes a buscar a tu amigo, te informo que no está en su casa.

Alzó los hombros, succionando su cigarrillo. — Supongo entonces que está en la casa de Maddy — soltó el humo a un lado de la chica y ella asintió, sin poder dejar de admirar cada movimiento del chico —. Debo darle algo importante para su viaje.

Cassie se apartó de su camino para dejarle pasar y él sonrió. — Nos vemos luego — se despidió.

— Te lo prometo — le guiñó un ojo y comenzó a alejarse.

Ella suspiró. — Hey, Ash — el pulso del chico se disparó por los aires, pero quiso aparentar indiferencia al voltear hacia ella —. ¿Estás libre esta noche?

Adicciones (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora