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De pronto, en la sala, sólo había silencio.
Silencio y miradas para nada discretas.

Rick sabía que tendría problemas. Sabía que después debía dar explicaciones a todos y cada uno.

Pero ahora, sólo quería disfrutar del abrazo que Crystal, su hija, le estaba proporcionando.

-Hola, mi niña- murmuró Rick tiernamente- ¿Todo bien?

Crystal sonrió con emoción.
Sabía lo que venía ahora.

Lentamente ladeó su cabeza para dejar que su padre olfateara ligeramente su cuello.

Amaba ese gesto de protección, y Rick también. Era su niña, y haría cualquier cosa por ella.

-¿Ha dicho papá?- preguntó Damián- ¿O es cosa mía?

-No, no- objetó rápidamente Adolfo- Yo también lo he escuchado.

-Joder- murmuró Damián- Nosotros investigamos a su mate, ¿pero esto?- Adolfo asintió dolido- ¡Maldita sea Adolfo, eres un asco en esto!

Adolfo seguía mirando fíjamente la escena, mientras Damián no paraba de maldecirle una y otra vez.

-¡Pero qué digo! ¡¿Un asco de detective solo?! ¡Un asco en todo!- chilló como un niño pequeño.

-¡Retira eso!- chilló Adolfo indignado.

Arlette suspiró y señaló las galletas malditas.

-¿Queréis?- dijo ella pacientemente.

Ambos gritaron de forma dramática, abrazándose mutuamente como si su vida dependiera de ello.

-¡Eres el mejor, mi Adolfo!- chilló Damián apretándolo con fuerza.

-¡Tú si que eres el mejor, mi Damián!- chilló Adolfo imitando el gesto.

Todos por un momento olvidaron del asunto. Todos menos Sheran, quien no hacía más que intimidar a Gisela con la mirada.

Sin embargo, Sheran no lo hacía de forma consciente. Simplemente no podía parar de pasear su mirada por Gisela y otra vez por su hermano, quien estaba abrazando a una niña que decía ser su hija.

Simplemente no podía creerlo.

De pronto, todo volvió a ser como antes, ya que Rick se separó lentamente de Crystal.

-Sí, ella es mi hija- dijo mirándolos a todos- Y ella, mi alma gemela- declaró observando a su esposa, Gisela.

-Oh dios...- murmuró Adolfo.

-Mío- Damián completó la frase.

-¿Pueden parar de una maldita vez, par de idiotas?- Gruñó Hugo- Mamá, haz que se coman las malditas galletas.

-¡Eh!- chilló Ester- ¡Mis galletas no están malditas, están hechas con mucho amor!

-Sí, del verdadero- refunfuñó Adolfo.

-Retira lo dicho- gruñó Ester- ¡Retira eso o te juro que te mato!

Mientras otra disputa se llevaba a cabo, Sheran aprovechó para acercarse a su hermano.

-¿Por qué?- murmuró un poco dolido- Pensé que sabíamos todo uno del otro- miró a Arlette y a sus hijos- O al menos tú si lo sabes.

-Sheran- dijo Rick un poco abrumado- Realmente no sé qué decir, esperaba todo menos esto.

-¿Todo?- preguntó un poco confuso.

-Sí- aclaró riendo un poco- Una pelea, sangre... Todo menos a mi hermano sensible.

Crystal #2 ©Where stories live. Discover now