Regalos provocativos

906 73 4
                                    


"Kibum no se despegará de ti estos días a menos que le des lo que él quiere".


Eso fue lo que me dijo Minho cuando lo llamé temprano para averiguar bien sobre lo relacionado con los gatos, sobre todo lo que me estaba dando vueltas en la mente desde la noche anterior. Su período de celo...


"Se transforman en verdaderos ninfómanos..." "Si no te ha atacado aún de seguro es porque apenas lleva unos días en tu casa y dejaste claro que no lo querías para esas cosas."


Pasé mi mano por mi rostro. No tenía idea que es lo que iba a hacer... Luego de que Minho se fuera y comiéramos el helado, no se alejaba de mí, incluso, podría asegurar que más de una vez se me insinuó o me coqueteó. Obviamente yo hice todo lo posible por evitarlo o cambiar de tema drásticamente.


No podía evitar sentirme incómodo y nervioso cerca de Kibum, porque, ¡demonios! ¡Habría que ser ciego para no fijarse en él!


Está bien, no tenía intenciones de utilizarlos para cosas pervertidas, ¡pero no soy de piedra, maldición! Y si ese gato sigue insinuándose o intenta algo... No sé si pueda controlarme... No cuando he estado solo desde hace varios meses -quizás un año-, no cuando se anda paseando con poca ropa por la casa, mostrando sus blancas y torneadas piernas, y balanceando de un lado a otro su increíble trasero...


Estoy más que seguro que si una mujer lo ve, lo envidiaría al instante...


Acababa de llegar luego de ir a visitar a una tía, y nos encontrábamos sentados en el sofá mientras el delicioso almuerzo preparado por Kibum se calentaba.


Y otra vez sentía su mirada fija sobre mí... pero de una manera muy diferente a como era en un principio. Jugaba con sus dedos y se movía incómodo sentado en el sofá.


-¿Sucede algo malo, Kibum?- pregunté tratando de iniciar alguna conversación o algo, pero principalmente, hacer que dejara de mirarme así. De inmediato se sonrojó y bajó la mirada mordiéndose el labio. Negó con la cabeza pero luego asintió para volver a negar- ¿Eh?


-No, nada... Bueno si, es que...- balbuceó nervioso- Minho trajo un regalo cuando no estabas... dijo que era para los dos...


-¿Un regalo para los dos?- asintió- Ohm... ¿y dónde está?


-Ehm... Ya lo traigo...- dijo levantándose dirigiéndose hacia las habitaciones.


Regresó rápidamente con dos bolsas ni grandes ni muy pequeñas, y me las entregó sentándose a mi lado, esperando expectante a que las revisara. ¿Por qué tenía un mal presentimiento?


-¿Ya viste lo que hay dentro?- le pregunté mientras dejaba una de las bolsas a un lado para revisarla luego. Kibum se sonrojó y bajó la cabeza asintiendo. Lo miré confundido, sintiendo como ese mal presentimiento comenzaba a tomar sentido...


Era un regalo... de MINHO... para AMBOS...


¡Dios! ¡No quería ver lo que había dentro!


Solté un suspiro acariciándome las sienes, no queriendo ver lo que fuera que contenían esas bolsas. Conociendo a Minho, de seguro era todo un kit del violador de gatos perfecto...


Bueno, quizás no era nada de eso, ¿no? Quizás, solo quizás, Minho no era tan depravado como para regalarme ese tipo de cosas, ¿no?


Decidido a confiar en mi mejor amigo, abrí la bolsa que tenía en mis manos y, con una de ellas, saqué lo primero que encontré.


NO VUELVO A CONFIAR EN CHOI MINHO JAMÁS.


Lo que tenía en mi mano, frente a mi rostro no era nada más y nada menos que unas esposas de cuero rosa. ¡Ese imbécil!

Sorpresas Inesperadas - [Jongkey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora