Regalos costosos

611 76 3
                                    


-Pero si es muy lindo...- se excusó Minho cuando le reclamé por aquel discreto regalito de navidad.


-¡Minho! No me importa que sea lindo o no, pero ¿qué demonios piensas que haré con él? Ni siquiera se me acerca mucho. Y no me hace ni puto caso.- me quejé despeinando mi cabello con una mano, sujetando fuertemente el teléfono con la otra, aguantando las ganas de lanzando contra la pared.


-Debes entenderlo. Es tímido o asustadizo.- murmuró tranquilo- Aprende a ganar su confianza, verás que es un lindo gatito que solo quiere mimos.- rió de una manera estúpida. Bufé.


-Ya...- rodé los ojos- ¡Pero tú me vas a tener que ayudar! ¡O te lo llevas!- dije antes de colgar.


Cansado me metí al baño y luego de una relajante ducha me dirigí a la cocina, dispuesto a prepararme el desayuno. Pero antes de llegar allí, cuando iba caminando por el pasillo, logré percibir un olor realmente delicioso.


Sodam y mamá se habían ido el día anterior, por lo que me sorprendí al darme cuenta de que alguien estaba cocinando en mi casa.


Kibum...


Caminé despacio hasta poder asomarme curioso a la cocina, donde claramente pude ver como el castaño preparaba algo sonriente. Fuera lo que fuera que estaba haciendo no podía oler mejor. El aroma que desprendía su comida era increíble. Me había mencionado que sabía cocinar pero no sabía que tan bien, y eso que aún no probaba ni un bocado.


Luego babear pensando en lo rico que debía estar todo, me dediqué a mirarlo directamente a él. Traía puesta la misma ropa con la que llegó, al menos de cintura para abajo, lo que me sorprendió, pero se había cambiado la camiseta trasparente por una de mis camisetas, que al quedarle un poco grande, dejaba ver bastante de su pecho y se le escurría por uno de sus hombros. Sobre esa ropa traía puesto un pequeño delantal rosa que una vez me había regalado mamá pero que jamás ocupé.


Entré cuidadosamente, pero haciéndome notar, logrando que él se girara a observarme y borrara su sonrisa de la cara. ¿Siempre va a reaccionar así conmigo?


-Buenos días, Kibum.- le saludé y me acerqué un poco más a él. Sonreí al ver que ya no estaba tan a la defensiva ante mi presencia.


-Buenos días.- susurró y puso nuevamente toda su atención en lo que estaba haciendo.


Al estar a solo pasos de él me di cuenta de que no traía la ropa con la que había llegado, sino que tenía otro tipo de medias en sus piernas, unas con un cascabel a los costados, y en vez de esos pequeños short de cuero eran unos de mis bóxer lo que traía puesto, solo que a él le quedaban muchísimo más apretados ya que se notaba que tenía mucho más trasero que yo... ¿Qué? ¿Qué demonios hago mirándole el trasero? ¿Y qué demonios hace él con mi ropa?


-¿Qué haces con mi ropa?- no pude evitar preguntar, un poco enfadado. Él solo me miró de reojo y luego me ignoró- Kibum...- insistí. Bufó.


-¿Qué quieres que me ponga? No tengo ropa.- explicó rodando los ojos- Se supone que mi amo debe comprarla.- dijo girando su cuerpo, quedando frente a mí, con una de sus manos en la cadera y la otra apuntándome con un cuchillo. En los dos días que llevaba aquí, jamás me había enfrentado así, lo cual me sorprendió bastante. Bueno, aunque durante el día de ayer ya se animaba más a hablarme- Es tu obligación como amo hacerlo.- espetó volteándose nuevamente.


-¿Mi obligación?- pregunté confundido. Puso los ojos en blanco.


-Si.- asintió apagando la cocina- Los gatos tenemos la obligación de darles placer a nuestros amos, así como obedecerles y ayudarles en lo que estimen conveniente.- recitó como si le hubieran hecho aprendérselo de memoria- Mientras que los amos tienen la obligación de comprar todo lo que nos sea necesario: ropa, comida, útiles de aseo, o lo que deseen.- dijo con tono cansado- Y tú no has hecho nada de eso.- me recriminó. Fruncí el ceño.

Sorpresas Inesperadas - [Jongkey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora