Regalos difíciles

654 75 0
                                    


Su penetrante mirada me incomodaba demasiado.


Había pasado ya dos horas desde que le quité la venda y las amarras al gato-regalo que Minho me envió, y desde entonces ha estado mirándome fijamente desde el sofá, sin querer moverse de ese lugar, con sus piernas pegadas al pecho, envueltas en sus brazos.


Apenas lo solté se alejó rápidamente de mí, y cada vez que me acerco, se tensa, dando la impresión de que en cualquier momento me saltará encima. No me había dejado acercarme ni un poco a él. Intenté hablarle, le pregunté su nombre, si estaba bien, entre otras cosas. Pero no obtuve ni una sola respuesta. Incluso estuve pensando seriamente la posibilidad de que fuera mudo.


Su mirada no abandonaba ni un segundo mis ojos, casi ni siquiera pestañeaba. Parecía que me estuviera evaluando, como si con mirarme de ese modo pudiera leer mis pensamientos o algo así.


¿Cómo podía hacer que me hablara? O que al menos dejará de observarme de ese modo. Me ponía demasiado nervioso. Sobre todo por la forma de sus ojos, que a diferencia de los de Taemin o Minhye, estos eran mil veces más felinos. Él realmente parecía un gato, en todos los aspectos, incluso su comportamiento. Igual de arisco y distante que un gato.


Pero... al igual que un gato él también iba a querer que lo acaricien en algún momento, ¿no?


Sacudí la cabeza. Necesitaba despejarme, y lo único que siempre me relajó, incluso en momentos como este en los que quería matar a Minho, es la música. Pero no solo escucharla, sino que componer y tocarla yo mismo.


Me levanté de golpe, sobresaltando al gato en mi sofá y fui a mi habitación a buscar mi guitarra. Volví rápidamente a la sala de estar, ya que no quería ni que escapara mi regalo ni que hiciera alguna tontería allí. Prefería tenerlo vigilado.


Me senté en el sofá frente a él y, luego de acomodarme bien con mi guitarra, comencé a tocar una suave melodía que desde hace unos días había comenzado a componer.


El adorable movimiento de sus orejas y el cambio en la expresión de su rostro llamaron mi atención. Pero no lo miré directamente. Solo fingí no notarlo.


Sus piernas descendieron hasta tocar el suelo, e inclinó su cuerpo hacia a delante, poniendo atención a lo que yo estaba haciendo. Casi parecía fascinado, como un niño que por primera vez ve un truco de magia. Pasaron unos minutos en los que él no dejaba de mirarme, ya no directamente a mí, sino que a la guitarra que estaba tocando.


Lo vi levantarse despacio, cauteloso, y avanzó lentamente hacia donde yo estaba, hasta que quedó justo frente a mí, y se arrodilló, sin dejar de mirar el instrumento entre mis manos.


Los gatos son curiosos, y este no era una excepción.


Inclinó su cabeza hacia un lado. Acercó una de sus manos hacia la guitarra, y con una de sus uñas tocó una de las cuerdas, que de inmediato emitió un suave sonido. Yo en ese momento detuve el movimiento de mis manos. Repitió ese movimiento varias veces más, en distintas cuerdas, explorando que sonidos podían llegar a salir.


Se animó un poco más y comenzó a utilizar su otra mano también, tocando más de una cuerda a la vez. Una pequeña y tierna sonrisa asomó en sus labios. Se veía realmente feliz, como un niño con juguete nuevo.


Sin poder evitarlo llevé una de mis manos hacia su cabeza, queriendo acariciar su cabello. Los gatos no eran tan malos después de todo, solo era cuestión de tiempo encariñarse con uno. Aunque ni con Taemin ni Minhye me he logrado encariñar mucho, a pesar de que Minho los tiene hace más de un año.


Pero obviamente, no todo era tan fácil como lo vi en ese momento.


Apenas toqué un poco de su cabello, el gato en un rápido movimiento mordió mi mano y se alejó. Ni siquiera había alcanzado a retirar la mano.

Sorpresas Inesperadas - [Jongkey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora