CAPÍTULO 16

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Alejandro

Ya está, ya lo he hecho. Estoy dentro de la discoteca.

Salgo de los servicios y me dirijo a la pista para buscar a mis colegas, hay muchísima gente y no me será fácil. La primera cara que veo que me resulta conocida es la de Eli, hago como que no la he visto y sigo mi camino. Ella se da cuenta y me llama desde el otro lado de la pista, pero cuando le queda claro que no puedo oírla, se me acerca.

-¡Cuanto me alegro de verte! Pensaba que no ibas a venir -dice con una gran sonrisa mientras lleva su mano derecha a su escote y lo deja aún más al descubierto.

-Y ¿por qué cojones no iba a hacerlo? -pregunto mirándola con curiosidad.

-Porque sabía que no te iban a dejar entrar. ¿Cómo lo has hecho? -Frunce el ceño.

-No es asunto tuyo.

Se ríe y echa la cabeza hacia atrás para verter lo que queda de su copa a su boca. Se aclara la garganta y empieza a tirarme los trastos.

-No pasará mucho tiempo antes de que alguien de seguridad te vea y venga a sacar tu hermoso trasero de aquí. -Sonríe y se aleja.

Pongo los ojos en blanco. Durante este último año he estado luchando por mantenerme alejado de ella y que Rafa no sospechara que me tiré a su hermana, pero ella no deja de zorrearme y hacerme la vida imposible cada vez que se acerca a mi y paso de ella.

Mi teléfono vibra en mis pantalones. Decido contestar para poder mandar a la mierda a quién sea que me esté llamando ahora.

-¿Qué cojones quieres? -gruño contra el auricular.

-¿Dónde coño estas? No te vemos.

Es Rafa.

-Acabo de entrar.

-Te esperamos en la barra.

En cuanto termina la frase, cuelgo el teléfono y voy a encontrarme con mis amigos.

El corazón se me sale del pecho durante el trayecto de la pista a la barra recordando las palabras que me dijo Eli el mismo día que la dejé.

"Espero que sepas muy bien lo que estás haciendo. Si mi hermano se enterara algún día que me follabas en mi cama te matará, y yo no lo impediré."

Venga ya. ¿Por qué cojones me estoy acordando ahora de esto? Estoy en una puta fiesta y la palabras de esa guarra están en mi cabeza. Su hermano no se enterará jamás.

Al cabo de unos minutos llego al lugar en el que se encuentran Rafa y Mario, me entregan el cubata que han pedido para mi y nos dirigimos a la parte más alta de la discoteca donde podemos tener a todo el mundo controlado.

Cuando llegamos Mario señala a un grupo de jóvenes que están apiñados en una esquina de la discoteca. Están jugando a pasarse un hielo de boca en boca y a la pareja que se le caiga tendrá que besarse. La pareja que se está pasando el hielo en este preciso instante son Melanie y el gilipollas de Martín.

En ese momento, uno de los chicos que está jugando se da cuenta de que los estamos mirando y avisa al resto.

-Nos están mirando -advierto.

-¿Qué? -Pregunta Mario que dejó de mirar al grupo de jóvenes cuando se les calló el hielo a Melanie y Martín y tuvieron que besarse.

-Que nos están mirando.

Melanie que no se ha dado cuenta de nuestra presencia avandona el lugar en dirección a los servicios.

-Creo que es hora de darle su merecido al novio de la putita -añade Rafa refiriéndose a Martín.

Dejamos nuestras bebidas en una mesa vacía que tenemos justo al lado y nos dirigimos hacia el lugar donde se encuentra el grupo de jóvenes.

Cuando nos acercamos él está justo de espaldas y no nos ve hasta que Rafa le pone una mano en el hombro y da un respingo.

-Mira a quien tenemos aquí. -Dice Rafa en cuanto Martín se da la vuelta.

-E... esto chicos... no sé que problema tenéis conmigo, pero seguro que lo podemos arreglar.

-Claro que podemos. -Digo. Acto seguido mi puño va directo a su cara.

Acabo en el suelo encima de Martín reventándole la cara a puñetazos por robarle la novia a uno de mis mejores amigos. Mientras, Rafa y Mario se encargan de pegar a los demás chicos que estaban en el grupo y habían intentado abalanzarse sobre mi.

Estoy descargando toda mi furia en la cara de Martín cuando Mario me levanta corriendo.

-Corre tío, tenemos que escondernos. -Y señala con la mirada al hombre de seguridad que viene corriendo hacia el lugar.

Si nos pillan aquí y en otra pelea acabaremos teniendo problemas. Hago caso a Mario y nos alejamos del lugar.

Cuando perdemos de vista al de seguridad, podemos ver de lejos lo destrozada que le he dejado la cara a gilipollas del chico, nosotros estamos intactos.

Desde nuestra nueva posición también podemos ver toda la discoteca. Seguimos en el piso superior.

-Les hemos dado su merecido. -Comenta Rafa.

-No ha estado mal. -Digo.

-¿Dónde coño has aprendido a pegar así? Un poco más y le matas. -Comenta Rafa mientras se apoya en la barandilla.

-En la calle.

Los dos se ríen y dejamos de hablar de lo que acaba de ocurrir hace apenas unos minutos.

Vivir en la calle desde que tenía once años ha hecho que me sepa valer por mi mismo y aprender que si tocan a mi gente son hombres muertos.

Centro mi atención en la pista de baile de la discoteca y intento apartar de mi mente las imágenes que me viene a la cabeza sobre mi pasado. Un montón de chicos y chicas bailan sin parar. Me fijo un poco mejor y puedo ver que Eli está restregándose con unos de los chicos que estaba en su grupo cuando me he puesto a hablar con ella antes. Mueve su cuerpo al ritmo de la música mientras separa un poco sus piernas, lo suficiente para que el chico pueda meter su rodilla y restregarse mejor.

Vuelvo a mirar hacia el lugar en el que ha ocurrido la pelea y observo como Melanie cura las heridas de su novio, no puedo evitar reírme de la situación. Miro de nuevo hacia la pista y mis ojos se centran en un grupo de jóvenes. Hay un chico y tres chicas, pero dos de ellas se despiden y van en dirección al servicio. Una de ellas no tiene buena cara, habrá bebido demasiado.

Recuerdo mi primera borrachera, tenía tan sólo nueve años y fue con mi padre y sus amigos. Otra vez estoy pensando en ese cabrón.

La chica que se ha quedado a solas con el chico llama mi atención. Lleva puesto un vestido negro que la llega por encima de las rodillas acompañado de unos taconazos del copón. Está buenísima. Nunca he visto una chica tan guapa, es cierto que he estado con muchas tías guapas, pero nunca había visto ninguna tanto como lo es ella.

Mario se percata de que me he quedado embobado mirando a la pista, en concreto a esa chica.

-¿Proyectos nuevos? -Pregunta.

-No. No tiene muchas tetas, no es mi tipo. -Miento.

¿Cómo no va a ser mi tipo? Esa chica es de tipo universal. Se dirige a la barra acompañado del chico que lleva puesto un traje, será pringado.

Tengo que conseguir hablar con esa chica y intentar saber algo de ella. Desde que la he visto bailar en la pista con ese vestido he notado cierto calor en mi entrepierna. Debo contenerme.

-Chicos ahora vengo, voy a por bebidas. -Digo mientras desaparezco entre la multitud.

Para cuando llego a la barra, ella está sentada sola en un taburete, no hay rastro de su amigo. Es mi momento. Cuanto más cerca estoy de ella más dura se me pone. Es la primera chica que hace que me ponga así y ni siquiera la conozco.

Nuestro pequeño secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora