Capítulo 17: 7 de octubre de 2003

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Recibí otro mensaje del medallón. Me costaba creer que aún me faltaran once por encontrar; el tiempo pasaba tan lento que parecía que llevaba semanas encerrada en este completo desastre.

Hay algo realmente sospechoso en el modo en que acontecen los hechos: ayer, cuando regresé al granero, creí que Martha no tardaría en cuestionarme e, incluso, que se vería inclinada a comunicarse con algún tipo de autoridad en cuanto me viera cruzar la puerta con un nuevo niño en los brazos. Cualquiera habría sospechado de dos chiquillos casi idénticos, ¿no es cierto? En especial si es alguien tan joven como yo quien aparenta estar a cargo de ellos. Pero sucedió todo lo contrario a lo que esperaba, pues ella nunca hizo siquiera ademán de abrir la boca. Se limitó a sonreír cuando traté de convencerla de que ambos niños eran hermanos, hijos de una adinerada chica cuyos padres no debían saber de la existencia de sus más "recientes embarazos". Era algo exagerado... Una historia loca y dramática, aunque al fin y al cabo, la única que vino a mi mente en cuanto me topé con su mirada firme.

Su falta de desconcierto me parece tan curiosa como incomprensible; sin embargo, por ahora me he decidido a ignorar las incoherencias y simplemente dejar el tema de lado. No pienso darle más vueltas a un asunto que sé que no encontraré la manera de explicar. De cualquier forma, tampoco puedo negar que su nulo interés sea de gran conveniencia para mí. Sé que resultaría ridículo de mi parte hacer el mínimo intento por cuestionarla.

«Aceptémoslo: dejar las cosas como están es la mejor opción»

Debo decirte que trasladar a dos pequeñitos desde la salida del granero hasta las profundidades del bosque resultó ser mucho más complicado de lo que, alguna vez, pensé que sería. Íbamos tan lento que las piernas me temblaban, y la situación empeoró en cuanto me vi obligada a cargar con ambos —uno en cada brazo— sin importar el cansancio que amenazaba con nublarme la vista. El adormecimiento en las pantorrillas hizo de mí un peso muerto, ¡y no quieres ni imaginar el dolor en hombros y brazos! Unas punzadas tan espantosas que realmente tuve que parar en un par de ocasiones para asegurarme de recuperar el aliento.

De acuerdo, pausa.

Basta de mentiras. Lo cierto es que las cosas no sucedieron de ese modo, al menos no del todo. Sé que prometí contarte la verdad y, hasta ahora, lo he estado haciendo bastante bien, es solo que... Confesarte esto me da más miedo del que quisiera admitir. Me avergüenzo por completo de tan solo pensar en revelarte lo que realmente ocurrió, aunque también sé que decírtelo quizás pueda ser de mayor utilidad que el solo hecho de mantenerlo en secreto.

Por eso seré sincera contigo: la verdad es que ni siquiera puedo explicar con precisión cómo fue que regresé a la entrada de la cueva.

Entiendes el problema, ¿no es así? No tengo ni la menor idea de cómo fue que atravesé el resto del bosque, ni de lo que aconteció cada segundo después de que abandonara la cerca principal de la granja. Estaba cansada, sí, pero no lo suficiente para quedarme dormida. Tampoco soy tan irresponsable como para dejarme vencer por el sueño, ¿sabes? Aún no tengo muy claro qué sucedió conmigo, aunque te pido de favor que no utilices este malentendido como una confirmación de mi poca capacidad de juicio. Yo jamás hubiese sido tan imprudente como para tomarme un momento de descanso y permitir que un par de bebés permanecieran desamparados en medio de un montón de pinos.

Pese a las circunstancias que todavía me parecen algo confusas, hay una cosa que sí puedo recordar con detalle: acababa de cruzar la salida de la granja y pensaba en cómo diablos haría para soportar el peso de ambos niños cuando, así de repente, vi una sombra pasar frente a mis ojos. Fue algo rápido, como el destello de una figura deslizándose entre los troncos de los árboles. Sin embargo, fue la sensación de que alguien nos observaba desde la distancia lo que, al final, me hizo frenar de golpe. Nos vigilaban, casi puedo apostarlo. Alguien trataba de asegurarse de que los tres llegaríamos a salvo y, fuera lo que fuese, o quien fuese, lo cierto es que lo consiguió.

Mi secreto es inhumanoWhere stories live. Discover now