Capítulo 33: 8 de septiembre de 2004

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Cuando digo que mis sentimientos comienzan a ser un verdadero obstáculo para soportar los días en esta realidad cruel, es justamente porque creo que no hay manera de lidiar con el onceavo Lukas sin que un cambio de emociones esté implicado de por medio. O sea, es que tener que convivir con alguien que es tan... ¡Agh! ¿Sabes qué? Quejarme no servirá de nada porque, de todas formas, apenas han pasado tres semanas y todo lo que temía que sucediera ya ocurrió.

Está bien, tampoco es tan espantoso como pensé que sería. De hecho, ahora puedo decir que confío en él, aun cuando las circunstancias del momento me lleven a creer que cambiar de opinión sería mucho más sensato. No es un mal chico, digo, ¿cómo podría serlo? Sin importar las cualidades que el onceavo parece personificar, es obvio que continúa tratándose del mismo Lukas.

Lo cierto es que, de algún modo u otro, me recuerda demasiado a su versión original. Quizás porque, estando a su lado, mentir, esconder y fingir me resulta cada vez más difícil.

Trataré de ser un poco más clara con esto:

A pesar de que mi compañero suele ser tan persuasivo como lo desea, tragarme las palabras y verme obligada a negarle muchas de las cosas que sé que son verdad es una exigencia bastante complicada de cumplir. A veces, simplemente me gustaría tirar todo por la borda; poder ofrecerle alguna clase de explicación y no tener problemas para confesarle todo lo que en realidad pasa por mi cabeza... Ja, ¡cómo si eso fuera realmente posible! Sé cuál es mi lugar, y también sé que ser sincera con él solo empeoraría las cosas en cientos de sentidos.

En cualquier caso, lo que acabas de leer no es más que la percepción que tengo ahora porque, lo admito, esta mañana pensaba de una manera un tanto distinta. Ya verás a lo que me refiero.

— ¿Por qué tenemos que hacer todo lo que tú dices? —Esa era la cuarta vez en el día que Lukas alzaba la voz en medio del salón de clases—. No necesitamos hacer tantas planas para memorizar una simple lista de treinta palabras. La repetición mecánica de información puede limitar la capacidad de los estudiantes para retener y comprender realmente el contenido, ¿acaso lo sabía, niña profesora?

Sí, es justo lo que estás pensado: el onceavo parecía tener una extraña fascinación por avergonzarme y llevarme la contraria, en especial ahora que su edad justificaba su asistencia al sexto grado y, por consiguiente, también a mi curso de italiano. ¿No crees que eso es lo suficientemente desafortunado para fastidiar a cualquiera? Día tras día, sus esfuerzos estaban destinados a hacerme enfadar, y era también la razón por la que llevaba varias semanas tomándolo por un chico de actitudes rebeldes y preguntas irritantes.

Nota aclaratoria cuyo tema seguro ya te habrás cuestionado antes: si a nadie en este colegio parece importarle el crecimiento acelerado de Lukas, es solamente porque no para muchos ha resultado perceptible. Los alumnos de primero y segundo comparten algunas clases juntos, así como los de tercero con los del cuarto grado y los del quinto con los del sexto; fuera de eso, los estudiantes de los diferentes grupos no suelen encontrarse muy a menudo. El caso de los profesores es bastante similar, pues cada salón cuenta con un instructor asignado que muy difícilmente cambia de clase. El único aquí que posee la información completa se trata del director Anton, un hombre por cuya discreción estaba más que agradecida. Desde aquel primer día en su despacho, ha sido él quien se ha preocupado por actualizar el registro de Lukas y quien, además de todo, aparenta no tener ningún tipo de inconveniente con su constante reubicación de grupo. Inexplicable, pero increíblemente conveniente.

—Háblame con más respeto, soy tu maestra —no le di el gusto de mirarlo a la cara y simplemente continué anotando los vocabularios nuevos sobre la pizarra. Vamos, tampoco quería que se enterara de lo mucho que aquello me hacía enfadar—. Además, a muchos de tus compañeros sí les ayuda hacer las planas.

Mi secreto es inhumanoDove le storie prendono vita. Scoprilo ora