Capítulo 10

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Una noche repleta de sueños no me permitió apenas descansar; sueños inundados de esperanzas , de promesas, de ilusiones...sueños en sí. Me levante más tarde de lo que acostumbro, siendo necesario que mi madre me dejara cerca del hospital para llegar a tiempo luego de un ligero desayuno que no me dejaría aguantar hasta la hora de almuerzo, pero era mejor que nada.

Llegué a los vestuarios para cambiarme, y, antes de empezar mis recorridos, fui al área de psiquiatría.

Esa zona del hospital, a pesar de ser la más colorida y amplia, es, sin duda, la más deprimente. Nunca se escuchan risas, ni hay un ambiente cálido como en otros sectores, tiene el record de fuga de pacientes, además del de casos de orfandad.

Busqué con la mirada a la enfermera con la que había dejado a Liam ayer, pero no la vi, así que me acerqué a una de las consultas.

-Permiso - dije luego de llamar a la puerta y recibir el "adelante" correspondiente - buenos días, mi nombre es Michael Clifford, estoy buscando a un niño que, según tengo entendido, ingresó ayer, Liam Sanders- le expliqué a la doctora; una rubia, de ojos azules, con gafas y una interesante cantidad de tics nerviosos, de complexión gruesa y mirada amable.

-Sí, ingresó ayer, yo soy su doctora, Camille LaPrade - se presentó tendiéndome la mano. 

-Mucho gusto - me indicó que me sentara y preguntó por qué buscaba al niño. Mi explicación le pareció poca cosa, pero aun así accedió a hablarme, dentro de los límites profesionales, del muchacho.

Liam padece de Insensibilidad Congénita al Dolor, una enfermedad muy poco común, un desorden genético que afecta al sistema nervioso autónomo, que es el que controla la presión sanguínea, el ritmo cardíaco, el sudor, el sistema sensorial nervioso y la habilidad para sentir el dolor y la temperatura. Los pacientes que la padecen interpretan de forma anormal los estímulos dolorosos. Eso explica en parte las vendas y marcas, pues, los pacientes que padecen esta enfermedad, suelen autolesionarse en busca de una sensación que se acerque a la que se supone sea el dolor. 

La verdadera razón de su presencia en el área psiquiátrica, como es evidente, no la conozco.

Luego de una breve conversación, me propuso pasar más tarde para verlo. Acepté gustoso y salí de la consulta, de vuelta a mi zona, mis pacientes y mis quehaceres.

Los chillidos de Cath, así como sus comentarios  sobre lo guapo que le había parecido Liam y lo encantador, y educado, sin mencionar guapo, no se hicieron esperar.

-¿Ya les dije que es guapo? - tanto Calum como yo estallamos en risas - no se rían, eso es porque están celosos - el moreno cayó en el sofá sujetando su abdomen. 

-Sí, claro, ¿qué más podría ser? - le pregunté mientras arreglaba uno de los reguladores.

-Envidiosos - susurró bajito y haciendo un puchero antes de tirarse de espaldas y con los brazos cruzados sobre la almohada.

-Venga, no te enojes, solo estamos...sorprendidos, de que alguien, además de cada hombre de más de 21 años que entra por esa puerta, te llame la atención. Vamos, no te enfurruñes - le pedí - no te queda bien esa cara, así Liam no se va a fijar en ti.

-¡Él dijo que soy linda! - protestó ella.

-Exacto, porque no estabas con esa cara, si te ve así seguro que lo retira - pasé mis dedos por su cabello recién peinado, por lo que no me tropecé con ningún nudo. 

-Vale, no haré pucheros, pero no se metan más conmigo. 

-Está bien - prometí. Me despedí y me dirigí a la próxima habitación.

Cuddles PrescriptionNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ