IX

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La cara de Annabeth decayó cuando se dio cuenta, aunque para su mala fortuna ya era demasiado tarde, el trío escucho la risa de una mujer, seguido de unos pasos acercándose a ellos. — ¡Cierren los ojos! — grito la hija de Atenea, los semidioses de inmediato lo hicieron, aunque los chicos se mantenían con sus armas listas, estas no les iban a servir de mucho, si no podían ver a lo que se enfrentaban.

Fueron unos segundos, los que el lugar permaneció en completo silencio, lo que sólo provocó que aumentará el nerviosismo de los chicos, ellos solo podían escuchar el ruido de su respiración. — No se les ocurra abrir los ojos — dijo Clarisse, estaba bastante nerviosa, ¿Cómo podían derrotar a un enemigo que no pueden ver? Percy sujeto su arco esperando notar algún indicio de alguien acercarse para intentar así atacar a la Gorgona, aunque ya se escuchaban las pisadas, le era difícil el identificar de donde provenía el ruido.

— Parece ser que hoy es mi día de suerte, tres hermosos semidioses han venido a unirse a mi colección — exclamó una mujer, Percy pudo escuchar a alguien acercarse, aunque aun así no podía precisar su ubicación. — No sean tímidos, abran los ojos, les prometo que todo terminará pronto, ni siquiera sentirán nada.

— Por favor déjenos ir, nosotros no queremos nada malo con usted — murmuró Annabeth con la esperanza que la Gorgona los dejará ir.

— Y parece que mi suerte mejora, una hija de la estúpida Atenea — exclamó Medusa tomando por el cuello a la rubia, — Vamos chiquilla abre los ojos, no seas tímida no te voy a hacer daño. Incluso le mandaré la escultura a tu querida madre, para que la tenga en su biblioteca.

Percy aprovecho que Medusa estaba entretenida con Annabeth para alejarse unos metros sin que la Gorgona se percatará, para colocarse a la espalda de Medusa disparando dos flechas que se incrustaron en la espalda de la Gorgona.

— ¡Maldito niño! — rugió Medusa lanzando a la rubia al suelo, Percy de inmediato se echó a correr tratando de mantener una cierta distancia de la Gorgona, pero para su sorpresa esta resultó ser más veloz, y además el correr con los ojos cerrados le hacía aún más difícil la tarea, ya que en varias ocasiones choco contra algunas esculturas.

— Tienes un aroma muy interesante niño — dijo Medusa mientras lograba sujetar por el pie a Percy. — Es algo casi imperceptible, pero puedo oler el mar en ti, pero eso no es lo sorprendente, puedo sentir el aroma del bosque, algo que sólo lo tiene Artemisa.

— Tal vez puede ser el jabón con el que me baño, es aroma lavanda, si quieres te puedo decir donde lo compro — murmuró Percy intentando lanzar un par de golpes, pero era difícil poder acertar con los ojos cerrados.

— No me quieras engañar niño, tú eres hijo de Artemisa — exclamó Medusa, Annabeth y Clarisse se quedaron sorprendidas por lo que escucharon, "¿Percy era un hijo de Artemisa?"

Percy recordó la lección que había tenido con Atenea, y tuvo una idea, solo esperaba que en verdad funcionará. Aprovechando que la Gorgona estaba confiada y no le prestaba mucha atención a los golpes, el chico colocó sus manos sobre la cara de la Gorgona, buscando por unos segundos los ojos antes de apretar con todas sus fuerzas, ella trato de alejar al semidiós, pero este se aferro con más fuerza, haciendo que fuera imposible que la Gorgona se lo quitará de encima.

— ¡Espera! ¡No lo hagas! ¡Detente! —chillo Medusa antes de golpear en repetidas ocasiones a Percy contra una de las esculturas hasta que logro que Percy se soltará, aunque había logrado dañar los ojos de la Gorgona, con lo que les facilitaría las cosas para derrotarla y más cuando ella ya no los podía convertir en piedra.

— ¿Estás bien? — pregunto Annabeth ayudando al hijo de Poseidón a levantarse y alejarse de Medusa, quien se mantenía golpeando las esculturas cercanas mientras lanzaba gritos de dolor.

Percy Jackson El Hijo de la Cazaजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें