VI

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Un mes después.

En esta ocasión Percy se levantó más temprano, aunque se quedo en su habitación, el tiempo lo ocupo para continuar leyendo el libro que le había dado Atenea. La bendición que le dio la Diosa  había resultado bastante útil, sus problemas de dislexia y TDAH disminuyeron, lo que ayudó para que pudiera concentrarse mejor en la lectura, encontrando al libro bastante interesante, incluso tenía que admitir que si le sería útil en un futuro. El chico abandono su habitación encontrando a Perséfone apuntó de entrar como todos los días a su habitación.

— Veo que ya te has acostumbrado al Inframundo — dijo Perséfone, recordando las primeras semanas del chico y el aspecto que este tenía.

— Si, ya no me parece tan aterrador — respondió esbozando una sonrisa, Percy se despidió de la Diosa antes de entrar en la habitación, ansioso de saber a que otra cosa se podría enfrentar. Al igual que la última vez solo estaba Atenea en la sala.

— ¿Ahora no vamos a leer? — pregunto Percy al ver que la habitual mesa no estaba en la habitación.

— No, esta vez tendremos otro tipo de entrenamiento — dijo Atenea, — He platicado con Ares, acerca de tu avance y creemos que estas listo para la siguiente fase del entrenamiento.

Percy observo con entusiasmo a la Diosa a pesar de que le gustaba leer, estaba más que curioso de saber cual sería su siguiente entrenamiento. Atenea lo observó fijamente antes de pasarle una mascada, — ¿Qué haré con ella? — pregunto el chico.

— Cúbrete los ojos — dijo Atenea, pero el chico se mantuvo observando a la Diosa. 

— ¿Por qué? — murmuró el chico.

— Debes de aprender a utilizar tus otros sentidos, no puedes depender de tu vista recuerda que hay varios monstruos que te pueden afectar con la mirada, la vista es el sentido más fácil de manipular — dijo Atenea, Percy asintió, en algo tenía razón, el primer monstruo que pensó fue en Medusa, aunque había algunas otras criaturas que lo podían matar con la mirada. Percy esbozo una sonrisa antes de colocarse la mascada en sus ojos.

— Ahora dime, ¿Dónde estamos? — añadió Atenea.

— En el Inframundo — respondió esbozando una ligera sonrisa, aunque se ganó una palmada de la Diosa de la Sabiduría.

— Déjate de tus bromas, ahora concéntrate — dijo Atenea esbozando una sonrisa para su fortuna el semidiós no logró verla, en las últimas semanas había empezado a caerle bien el semidiós, aunque estaba claro que nunca lo admitiría ante nadie. El chico se quedó en silencio tratando de concentrarse para averiguar en que sitio estaban, había un aroma que le resultaba familiar, aunque aún no lograba reconocer.

— Es un bosque — murmuró Percy reconociendo el aroma, — También hay un río cerca, no es muy grande, pero puedo sentirlo.

— Bien Percy, buen trabajo, ahora quiero que notes lo demás. Dime, ¿acaso estamos solos? — dijo Atenea. Percy escuchaba varias pisadas, aunque estas eran demasiado débil para ser de una persona, tenía que ser de un animal pequeño.

— Creo que hay un par de conejos, también un ciervo, aunque está un poco más lejos — añadió Percy intentando concentrarse en encontrar algo más.

— ¿Qué pasa?

Percy se quedó en silencio levantando por instinto la cabeza aunque no lograba ver sentía que así podía reconocer más aquel ruido. — Hay algo arriba, no creo que sea un animal, es más grande que cualquier ave — respondió antes de ser arrojado al piso, — ¿Qué ha sido eso? — preguntó intentando quitarse la venda, pero la Diosa se lo impidió antes de darle una palmada en la cabeza.

Percy Jackson El Hijo de la Cazaحيث تعيش القصص. اكتشف الآن