—No puedo creer que sigas dudando de mis poderes de convencimiento. —ChanYeol negó con la cabeza. Volteó su rostro para detener la inspección de su amigo—. Mi mamá me dijo que podía tener un regalo de cumpleaños adelantado.

—Mamá Park quiere tanto a su pequeño bebé —las burlas de BaekHyun sólo lo hacían reír a él. ChanYeol estaba tan acostumbrado, que las ignoraba por completo.

—Prende la consola y comencemos a jugar —pidió, mientras sacaba el disco de su bolsillo. Era aquel juego de carreras por el que se habían obsesionado dos semanas atrás.

Pasaron la tarde de aquel domingo jugando. Después de todo, con trece años no podían tener otros intereses. Así como su amistad, la vida de ambos fluía de manera simple, sin complicaciones, como el aire fluye entre las nubes.


Cinco años después.


BaekHyun cumplía dieciocho años aquel sábado de noviembre. Su madre le preparó sopa de algas y un pastel. Con mucho esfuerzo y temor a salirse de su presupuesto mensual, también le compró una sudadera azul. Siempre habían tenido problemas de dinero, pero aquella madre soltera nunca dejaba que el cumpleaños de su hijo pasara sin pena ni gloria.

Aunque la sopa estaba deliciosa, el muchacho no pudo disfrutarla en paz, porque ChanYeol llegó temprano aquel día para darle su regalo: Una bicicleta nueva.

—¿Por qué compraste esto? ¡Debió costar una fortuna! —BaekHyun se quejaba, sin dejar de sonreír. Sus manos acariciaban cada parte del regalo, mientras sus ojos lo miraban con fascinación—. ¿Cómo voy a agradecerte esto?

—No importa, es para ti. No me molesta gastar —ChanYeol sonreía también.

La verdad era, que el muchacho había pasado un año entero ahorrando para comprar aquello. Incluso había conseguido un empleo de medio tiempo, algo que logró ocultar, mintiendo sobre asistir a clases extra por las tardes. BaekHyun sufrió por meses la ausencia de su amigo, pues solían pasar cada tarde juntos, estudiando o jugando videojuegos. Su amistad permanecía intacta, ni el tiempo podía cambiarla, al contrario, la fortalecía. Conforme maduraban, también lo hacía la conexión que había entre ellos.

—¡Vamos a probarla! —el rostro emocionado de BaekHyun eran suficiente agradecimiento para ChanYeol.

Salieron a pasear en bicicleta aquella tarde. Su pasatiempo favorito era jugar carreras en un solitario camino cercano. Pero, la bicicleta de BaekHyun era demasiado vieja para continuar con aquellas actividades, de ahí había nacido la idea del regalo.

Era maravilloso, el aire fresco golpeando sus rostros, la tenue luz del sol filtrándose entre las hojas de los árboles, y aquella bicicleta nueva que se deslizaba veloz sobre el pavimento. Pero, sobre todo, la compañía de ChanYeol, la melodía de su risa y sus chistes malos.

—¡Idiota! —gritó ChanYeol, mientras rebasaba a su amigo en la solitaria carretera.

BaekHyun reía a carcajadas, pedaleando más rápido para alcanzarlo. ChanYeol miraba hacia atrás, sonriéndole, retándolo. Pero, en su descuido, no pudo ver un auto gris que se aproximaba  a gran velocidad. El conductor tocó la bocina para llamar su atención. Con el corazón exaltado, el muchacho pudo evitar la colisión, virando bruscamente.

BaekHyun frenó en seco al presenciar la escena. Un dolor en el pecho lo obligó a contener la respiración. Mientras miraba a su amigo cayendo a un costado del camino, comprendió lo que era el terror real, el terror a perder lo más preciado que tenía.

—¡ChanYeol! —gritó desesperado. Se bajó torpemente de la bicicleta, las lágrimas se acumulaban en sus ojos.

El muchacho corrió hacia su amigo tan rápido, que sintió que sus piernas se desprenderían de su cuerpo. Sus manos tocaron el cuerpo maltrecho en busca de heridas de gravedad, sus ojos lo examinaban con desesperación.

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