Memorias IV - El Lado Oscuro

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Los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses, el tiempo parecía no tener clemencia... Ni tampoco el Líder Supremo. Día y noche, hora tras hora el entrenamiento era agotador, te drenaba completamente. Moretones y cicatrices variantes en tamaño y gravedad adornaban mi cuerpo pálido con una frecuencia más que regular, por desgracia.

El aislamiento era parte importante del entrenamiento. Días enteros confinado a un hangar, con sólo unas compuertas para dispensarme de la comida y agua necesarios, la cual había disminuido terriblemente en cantidad y calidad con el paso del tiempo. Maquinaria especializada disparaba blásters hacía mí de todas direcciones, debía ser capaz de detenerlos a mitad del aire, pero claro, eso no resultó bien un primer millar de veces; no eran disparos letales, pero claro que dolían; las pequeñas cicatrices que dejaban eran un constante recordatorio de mi debilidad.

Tuve que modificar mi sable de luz; al intentar cambiar el cristal Kyber, se fragmentó y cambió su color a un rojo sangre, haciendo que explotara espontáneamente. Tuve que ingeniármelas para agregar una cámara extra para regular la temperatura, unas salidas extras a los lados para evitar que estallase. La hoja era inestable, pero servía.

Una metáfora bastante adecuada para su usuario.

Adicionalmente, como meditación tenía que pasar días enteros recordando lo terrible de mi pasado, mis innumerables errores y horribles pecados, de cómo mi madre me había abandonado, de cómo mi padre siempre se sintió aterrado por tener un hijo como yo y vivía fuera de mi vida, de cómo Skywalker nunca mostró un gramo de atención y consideración hacia mí. Mi vieja vida como Ben Solo aumentaba mi ira, mi rencor, todo aquello que pretendía hacerme más fuerte... Pretendía.

Los limitados días que podía entrenar con Phasma eran doblemente agotadores: mientras ella sacaba todo su arsenal de técnicas y armas en mi contra, también había reclutas con bastones y varas, todos atacando simultáneamente. En un buen día sólo resultaba con uno que otro golpe, en uno malo... unas cuantas costillas rotas eran bien recibidas.

Cada día que pasaba era un verdadero suplicio; sentía mi cuerpo y mi ira crecer, pero en ninguna forma eso me hacía sentir satisfecho.

Le ofrecí mi alma a Snoke, el infierno vivía dentro de mí.

En mi habitación, fui al cubículo de aseo y observé mi rostro en el espejo.

Unas pronunciadas ojeras enmarcaban mis ojos negros, tristes, vacíos; aquellos ojos que no sólo eran míos, sino de mi madre también. Mi rostro tenía una palidez espectral y mortecina, mis labios estaban blancos, mi cabello había crecido hasta los hombros. Molesto, me retiré del lugar hacia mi cama, donde ni siquiera me molesté en quitarme la ropa del día. Sumamente agotado, miserable y vacío, me sumí en el júbilo de la inconsciencia.

-Ben... ¿Pero qué has hecho? - dijo mi madre en un tono de horror que penetró lo más profundo de mi alma.

-Yo no he hecho nada, él te quería hacer daño. - dije mirando con enojo el piso.

La escuché luchar contra las ganas de sollozar largo y tendido; tenía un nudo en la garganta y las manos cruzadas encima de su pecho, como si quisiera evitar que el corazón se saliera de su lugar.

A unos 15 metros yacía el cuerpo inerte de un caza-recompensas que iba tras mi madre, con el cuello roto y la mirada perdida.

Me acerqué a mi madre y le abracé las piernas con cariño, no sabía qué es lo que había hecho mal. Miré hacía arriba, sus ojos no me miraban.

Esa conexión de Fuerza que teníamos se tornó gris de un minuto al otro. Me alejé de ella unos segundos, contemplé su delgada figura, su cabello adornado, su nariz enrojecida, y sus oscuros ojos tristes.

-Yo... Lo siento mami, ya no estés triste, ya no podrá hacerte daño.

En ese momento se quebró, cayó sobre sus rodillas y lloró como nunca antes. Sofocó gritos, su semblante se torció en una mueca de dolor e ira. Pasaron unos segundos hasta que volvió a alzar su rostro.

-...Eres un monstruo. - siseó entre dientes, sus ojos llenos de ira.

Mi pequeño cuerpo se sintió tenso, mis puños se hicieron nudo.

Un espectral aura de sensación densa me cubrió de pies a cabeza
Lágrimas silenciosas recorrieron mis mejillas. Me desperté en un mar de lágrimas sin sollozos, sintiéndome sumamente miserable.

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¡Hola! Ya sé, no me odien. *se cubre con los brazos para evitar golpes de una turba enardecida*

¡Al fin llegó The Last Jedi! Haré cambios que considere pertinentes en la historia, así que no estaría de más que lo checaran.

Muchas gracias por quedarse conmigo en esta historia, Ben Solo es mi personaje favorito de toda la existencia, así que aprecio mucho sus comentarios positivos, de verdad <3

Más episodios esta semana, lo prometo. - F

Forgive me, I feel it again.Where stories live. Discover now