Capítulo 18

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Los enemigos siempre llegarán solos

Realmente no sé porqué me deje llevar por mis instintos ofendiendo a Isabel, ahora ella me considera su enemiga y no sé qué hacer, si le digo a David lo más probable es que se burle de mí, por no pensar antes de hacer las cosas, no sé ni que hacer, así que instintivamente me bajo del auto rogándole al cielo para que Isabel no arme un escándalo por lo sucedido; yo realmente no es que la odie pero tampoco había querido pensar en ello omitía el recuerdo, aunque era consciente que en algún momento tendría que afrontar las consecuencias de mi estupidez, sin pensarlo más me dirijo hacia donde esta Isabel y cuando intento hablarle, ella simplemente se va.

Así sin más, se va dejándome la duda de si realmente me vio o simplemente paso de mi existencia, como sea eso me beneficia.

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Hoy es de esos días en que siento que tendré que ausentarme, no me siento bien, la cabeza me duele y siento como si fuera una bomba lista para estallar, sin dejar de lado que el insensible profesor nos puso a trabajar en equipo, hasta ahí todo muy bien pero llega la parte desagradable cuando el mismo decide organizar los equipos para "Fortalecer los lazos de compañerismo, ya que según él habían ciertos "individuos" (Mientras lo decía me miraba única y exclusivamente a mi) que no cooperan con mejorar la convivencia del grupo; digo que tiene de la malo hacer chistes negros en medio de la clase es completamente natural.

Y para mi desgracia me tocó trabajar con Isabel, porque como había dicho antes tengo la suerte de un pavo en el día de acción de gracias, siento como me mira de manera despectiva, sé que está molesta, no debí haber hablado así de ella y más después de lo que escuche de los beneficiarios.

Unos días antes

—Si se dieron cuenta —Dice una chica, con la piel muy quemada por el exceso de trabajo al aire libre, realmente se nota su condición asi trate de esconderlo— tal parece que Isabel Provski se va a quedar en la calle, después de que su padre fuera estafado por una empresa brasilera.

—Menos mal, se lo merece por estar humillándonos todo el tiempo, al fin Dios decidió darle lo que se merece —Dice otra de las chicas, no menos curtida por el sol que su compañera.

Me siento molesta y realmente no sé porqué, Isabel solo es alguien a quien identificó por su llamativo físico y su fama de ser una persona insoportable, si esa es la palabra más adecuada para describirla, sin embargo siento un poco de lastima por ella.

—Yo creo que esta muy mal hablar de un proveedor, y más estando en su posición, no sé si se les olvide que es posible que su proveedor sea la señorita Provski —Dicho esto ellas se retiran, no sin antes mirarme con desdén.

—Isabel yo sé que no te agrado —Suelto pensando en lo que había escuchado— pero no ¿podrías hacer el esfuerzo? Si te soy totalmente honesta, no me agradas pero ahora que tenemos que trabajar en equipo, pero por este trabajo no ¿podrías cooperar un poco?

—Tienes razón —Suspira ella cansadamente— luego arreglaremos

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Por fin puedo descansar de esas terribles clases (Odio las clases de lengua, música y artes, aunque me guste leer, ir a la sinfónica e ir a los museos de arte antiguo, moderno y contemporáneo) al fin era la hora de comer y estaba muy contenta hasta, que me di cuenta que había olvidado la comida que David me había preparado, genial la idiotez me pudo otra vez, suspiró agobiada porque a pesar de su carácter un poco complicado, cocina demasiado bien y me lamento porque a pesar de que cuento con el dinero para comer otra cosa; prefiero su comida, se parece mucho a la de mi mamá.

La luz al final de tus ojosWhere stories live. Discover now