¡No pierdas la cabeza! (Penanggalan/Malasia.)

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¡No pierdas la cabeza! Es una expresión común entre aquellos que tienen mal humor y  sufren de una que otra rabieta. Sin embargo, en Malasia es un consejo vital para los vampiros locales.

El penanggalan  es un monstruo algo difícil de catalogar (muchas leyendas de vampiros implican que el sujeto muere para luego volver como un cadáver animado). Este vampiro, contrario a muchos es un humano común y corriente... Hasta que se le manifiesta el hambre. 

Lo que sí guarda en común con muchos mitos vampiricos, es que comienza con una chica hermosa. Hay cantidad de leyendas tras esta criatura, pero todas coinciden con que en medio del rollo hay una mujer de extrema belleza la cual ha sido transformada por causa de dioses celosos (qué fastidio). En otros casos, la bella ha hecho un trato con demonios para mantener su apariencia de juventud. Es mucho más barato que el botox, según tenemos entendido.

Aparentemente, una de las cláusulas del contrato demoniaco es abstenerse de carne por cuarenta días (suerte vegetariana para aquellos que intenten). Si esta cláusula se rompe, entonces la hermosa bruja será privada de sus poderes y condenada a despegar su cabeza de los hombros y volar la noche entera con las entrañas expuestas, buscando como saciar su sed de sangre.

Ah, pero no se preocupen. Hay versiones del relato que dicen que las entrañas están recubiertas de estrellaras fosforescentes que le dan la apariencia de la cola de un cometa. (Repitan con nosotros, primero muerta que sencilla.)

Hay una manera fácil de identificar a un penanggalan. Debido a que las entrañas expuestas se expanden y pudren tras pasar la noche a la intemperie, el vampiro requiere mojarlas en vinagre para poder acomodarlas de  nuevo dentro de su cuerpo. Por ende, no importa qué tan bien guarde el secreto, ese olorcito a vinagre le delata.

Se dice que sus meriendas favoritas son la sangre de una mujer en labor de parto y la de su hijo. Las leyendas dicen que el penanggalan  anida en los techos de las casas donde hay una mujer en labor de parto y grita junto con ella, reclamando su sangre.

La manera más efectiva de combatirles es no dejándoles un espacio para "anidar". Se recomienda recubrir los techos con espinas, en la esperanza de que los monstruos dejen sus entrañas atrapadas y por ende, mueran.

Si esto no es un asunto de pesadilla, no sé qué más añadir. ¡Hasta la próxima!

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