Prólogo.

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Me desperté y observé mi alrededor, esta era mi nueva realidad. Una pequeña casa en la que bien o mal vivíamos mi padre y yo.

Acaricié mi espalda, me dolía mucho ya que el peso por llevar a mi bebé me dejaba exhausta y dolorida.

Estaba en mi séptimo mes de embarazo, un embarazo que había sido, desde el principio, de alto riesgo.

Tomé asiento y sonreí. No había tenido esa terrible pesadilla de nuevo. Me imaginaba que por estar tan fatigada, dormía como un tronco.

Con mucho cuidado bajé de la cama y fui al baño, hice mi ritual de aseo matutino y bajé a desayunar.

-Hola, querida - saludó Apolo, la pareja de mi padre desde hace seis años.

-Hola Api- sonrió -¿Cómo está todo?- pregunté mientras el me servía el desayuno-. Gracias.

-Muy bien, la última sucursal del salón quedó de maravilla - él era el dueño de la cadena de salones de belleza más gustadas de la ciudad.

-Que bueno, pero me refiero a ti y a papá- él asintió y tomó asiento frente a mi.

-Tu padre y yo... bueno él no se quiere unir aún- asentí. Mi padre se preocupaba mucho por mi. Le daba miedo que pudiera recaer en depresión.

-Lamento que por lo me que pasó ustedes no estén juntos- Apolo negó y se puso de pie.

- De eso nada, tu eres lo que nos unió y yo esperaré- acepté su apretón de manos y el suspiró con aire melancólico.

Antes de lo que pasó, yo era muy efusiva y cariñosa con él. Ahora no toleraba que me tocaran más de lo necesario.

Él lo entendía, pero le dolía.

Tomé mi desayuno y él el suyo.

-¿Dónde está papá? - pregunté curiosa.

-No demora, salió un momento- asentí.

Una vez terminé mi desayuno, tomé los vasos y platos sucios para lavarlos.
Escuchamos una discusión y yo dejé las cosas como estaban para ver que pasaba.

Entonces lo vi a él.

-No la vas a ver- sentenció mi padre-. Acabaste con ella por una maldita venganza y le has hecho mucho daño. No vas a lastimar nunca más a mi hija.

-Necesito verla- dijo André.

-Nunca debí permitir esa relación, esto es mi culpa - decía mi padre intentando detenerlo. Todo iba bien hasta que André me vio y al verme tan grande, se acercó a mi. Retrocedí y él siguió avanzando.

-Es mío- fue lo único que dijo. Él lo sabía por más que pensara que era una embustera perdida.

-Yo tengo que irme- informé tomando dirección a mi habitación. No tenía fuerzas para lidiar con él ahora mismo.

No con el hombre que había destrozado mi vida y no conforme con ello me había dejado un hermoso regalo.

Una vez en el baño de mi habitación, me lavé los dientes y cuando salía lo encontré recostado en la puerta de mi recámara.

-¿Por qué no me dijiste que estabas embarazada? - preguntó mirando mi vientre.

-Porque me dijiste que no querías saber nada de mi y porque no quería verte más- él asintió y se acercó. Retrocedí.

- Yo... estoy dispuesto a olvidar todo lo que hiciste si regresas conmigo- negué. Yo no podía regresar con él y además, yo no había hecho nada de lo que tendría que arrepentirme y él debiera olvidar.

Serie Inocente #3: Inocencia Oculta. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora