Capítulo 39.

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Estaba observando cómo mis familiares cantaban, "cumpleaños feliz" mientras sonreía y aplaudía.
Las velas estaban encendidas.

—¡Apaga las velas! —Gritaron todos.

Sonreí. Algunas cosas nunca cambian.

—¡Hora de regalos! —Gritó Jennie fuertemente haciéndome recordar a lo tierna que se ponía en la hora de regalos.

Los regalos eran lo suyo.

—De mí para ti. —Musitó Scott con una caja en sus manos.

La tomé entre mis brazos mientras veía un papel en la tapa.

Antes de abrir el regalo quiero que me respondas esta pregunta:

¿Quieres ser mi novia?.

Me atraganté.

Y mis esfuerzos por hacer que Scott se enamorara de Jennie no habían servido para nada.
Alguien tocó la puerta, y en el fondo lo agradecí fuertemente.


—Yo abro.

Dejé la caja en el sillón mientras fingía una sonrisa que se convertiría en cara de espanto nada más me voltee.


Me dirigí a la puerta del castillo y la abrí.

—Disculpe. ¿En la casa de Jade Drácula? —Nunca me había emocionado más ver a Ronald de pie en la puerta del castillo.

Las palabras no salían.


Corrí a sus brazos. Lo abracé, y no me importó nada, sólo lo estreché junto a mí.


Nunca había necesitado tanto un abrazo. El Ronald que me molestaba con su presencia, era mi mejor amigo.


—¿Interrumpo alg...? —Escuché la voz de mi madre.


—¡El novio de Jade! —Gritó Jennie.

Sonreí, pero me separé y negué con la cabeza.


—Amigos. —Afirmé.

—Amigos. —Añadió.

Mi madre me sonrió.

—Pasa, estás en tu casa.

Él asintió.

—Hacen linda pareja. —Jennie me dijo, llegando junto a mí.

—La verdad es que lo conocía desde hace tiempo. Mucho tiempo, para ser exactos.

—¿Y lo quieres? —Preguntó Scott.

—Como a un hermano mayor. —Respondí.

Él asintió con una media sonrisa.

—Iré por tu regalo, tengo unos ajustes que darle.

Asentí mientras Jennie y yo entrábamos al castillo.

Jennie miraba a Scott como siempre lo miraba, enamorada.
Scott no la miraba de esa manera, y creo que era lo que más dolía.

—¿Lo recuerdas? —Le pregunté.

—Todo. —Respondió—. Nada se borró de mi mente.

—¿La muerte te trajo aquí?

—Ella fue quien me dejó vivir de nuevo. —Asentí—. Sabía que no eras una pelirroja normal, Eternidad.

Sonreí.

—¿En serio? ¿llegas y me vienes con eso? —Él se rió.

—Recuerdo cuando me dejaste en la cárcel sin comida porque se la aventaste en la cabeza a Johan. —Me reí, era cierto.

—Te odiaba.

—No me odiabas, sólo estabas molesta. —Asentí.

Tal vez era una nueva oportunidad para ser amigos. Tal vez... algo más.

Aeternum.  [EDITANDO]Where stories live. Discover now