Capítulo 9.

41 4 0
                                    

Estaba pensando sobre todo lo que había pasado de un momento a otro en mi vida. Pasé de ser la vampira a la que nadie prestaba atención, a la vampira que tenía que descubrir secretos que no eran de su asunto, y también de su familia.

Una silueta apareció frente a mí, y al levantar la cabeza con el miedo rondando por todo mi cuerpo, me doy cuenta que es Roland.

Lo miré con cara de enfado.

—¿Cómo entraste?

—Puerta abierta.

—¿Y eso te da derecho? ¡Es mi hogar! —Me levanté del sillón y lo apunté con mi dedo índice—. ¿Sabes qué es esto? ¿no? ¡pues es allanamiento!

—Lo siento, son noticias urgentes.

—¡¿Urgentes!? ¿Qué puede ser tan urgente como para entrar a mi casa sin mi permiso? ¡te das cuenta que casi me muero de un susto!

—Los cazavampiros llegaron de nuevo a Londres.

Abrí la boca y dejé caer mi mandíbula.

—No... eso no puede ser... —Digo dando pasos hacia atrás y tomando mi cabello—. Ellos se fueron de Londres hace siglos, seguro es una confusión.

—No es una confusión.

—¿Ya los viste? —Pregunto sentándome en el sillón de nuevo, a lo que él se sienta frente a mí.

—Lo escuché de amistades vampíricas, yo no los he visto pero ellos ya están investigando dónde está su guarida.

—Esto no puede ser. ¿Cómo de un día a otro vuelven? —Quería tirarme al piso a llorar—. Los tiempos de paz se están agotando.

—Nadie lo cree, todo fue tan repentino.

—¿Cuántos vampiros aproximadamente lo saben? —Pregunto mirándolo fijamente.

—La mitad de todos los que viven en Londres.

—Me llamarás loca, pero tienen que darse cuenta. Son de los nuestros, si no les avisamos van a morir todos. —Y tan sólo de pensarlo las lágrimas se posaron en mis mejillas, y después cayeron.

—Hey, todo va a salir bien, todos vamos a estar perfecto. Somos vampiros, nos tenemos el uno al otro.

—No... —Negué y comencé a caminar a la salida—. Tengo que avisarles a todos. Tengo que avisar de esto.

—Espera. —Y entonces ocurrió algo que no creí que podía ocurrir.

Ronald me tomó de la mano y me mantuvo quieta.

—Pon los pies en el suelo y este cuenta que no se puede avisar a todos los vampiros que viven en Londres.

Y aunque odiaba admitirlo, era cierto.

—Por ahora lo mejor que podemos hacer es cuidar a los que saben, cuidarnos entre todos y sobrevivir.

—Pero...

Él negó y soltó mi mano.

—No hay pero. Vamos a hacerlo.

Suspiré y abrí la puerta.

—Margo y yo estaremos bien.

—Lo sé, pero en cualquier caso tienes mi número telefónico.

—Sí.

—Cuando ocurra algo que te llame la atención, me hablas por teléfono. —Y fue lo último que me dijo.

Pero pronto mi hermana se iba a ir de nuevo.

Aeternum.  [EDITANDO]Where stories live. Discover now