3 -chica fina

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Empiezo a caminar nuevamente. Mi boca está hecha un asco al igual que mi cabello, además he perdido mi celular, y al limpiar las lágrimas de mi cara he corrido todo el delineador. Llego hasta una pequeña vereda, todo está oscuro a excepción de un taller. Los hombres que están ahí hacen comentarios pero los ignoro. El ruido de un vehículo se escucha, delante de mí se posa un motociclista. Se quita el casco y me sonríe.

Lo que me faltaba.

— Pero que mal te ves—susurra— ¿además que hace una chica fina en una vereda como esta?—pregunta.

El alza sus cejas y hace una mueca con su boca que da a entender lo terrible que estoy.

— No es de tu importancia—contesto irritada, pues no estoy de humor para ese tipo de cosas. Frunzo el ceño — ¿Qué haces aquí?—interrogo.

— Solo pasaba por aquí y vi una damisela en apuros—responde y yo tuerzo los ojos—Sube... antes de que algún loco te viole—ríe.

— ¿Qué? no me subiré a eso—digo.

— Bueno... la ciudad está a varios kilómetros... si prefieres caminar no hay problema. —hace un ademan de irse.

Analizo la situación un poco... si camino, Fred me encuentra...

— ¡Está bien!—lo detengo un poco nerviosa.

Camino hacia la motocicleta y me subo lentamente. Al acomodarme el hombre arranca a toda velocidad y por inercia me aferro a su cuerpo. Todo es un asco, el enfado era inevitable. Además sentía una gran impotencia al no poder defenderme de la paliza que me dio Fred, me sentía débil, era como si me hubiera traicionado a mí misma era una mujer independiente alguien valiente, pero ya que cuando quise reaccionar era demasiado tarde y la mano de Fred yacía pintada en mi rostro . Tenía esa sensación te tener un bate y miles de cristales para romper. Eso era lo que quería hacer y que en cada uno de ellos se viera la cara de Fred (para mayor satisfacción). Seguimos el trayecto hasta pasar por unas calles, que yo realmente jamás había visto en mi vida. El frena en una pequeña cabaña hecha de troncos, bastante tradicional, techo triangulado similar a las casas que suelen dibujar mis pequeños sobrinos, una pequeña puerta y una ventana, en la parte de la terraza unas cuantas sillas.

— Bájate princesita—ordena en un tono suave.

Yo me sorprendo.

— ¿Qué? ¿no me vas a llevar a casa?—le reclamo.

El empieza a reír, como si esta situación tuviera algo gracioso.

— Seré sincero princesita... está hecha un asco... y te han dado una paliza, además tu vestido está roto—dice con descaro sin hacer caso a mi protesta.

— Que ayuda—gruño.

— Vamos bájate—insiste.

Hago lo que él me dice y me bajo con delicadeza, examino un poco mi vestido, y el hombre tiene razón, estoy hecha un asco gracias al animal de Fred. El motociclista de su pantalón saca un pequeño mazo de llaves y abre la puerta de la pequeña cabaña, es acogedora. Entro detrás de él. Examino la cabaña, y lo primero en que se enfocan mis ojos en la chica pelinegra que sostiene una bebe de aproximadamente cinco meses.

— Vicky ya puedes irte a casa—ordena y la chica solo sonríe. Se levanta del sofá y le entrega la bebe a él.

Quedo confundida, decido no meterme en el asunto y simplemente hago un carraspeo de garganta.

Everything that I need [ z.m.] #wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora