S i x

1K 203 33
                                    

Suspiré y mi abuelo se agarró fuertemente preparándose para subir, pero se soltó de pronto.

—Si me caigo yo, tú te caes conmigo. Prefiero que vayas primero —me dijo él. Asentí y con mucho esfuerzo me puse primero que él. Me agarré de las raíces de Dios sabrá qué y rocas que estaban más que clavadas en el hueco que iba hacia arriba. Alguien se había tomado el tiempo de hacer todo eso, ¿por qué no pudo dejar una escalera?

Empecé a subir. Mis pies se resbalaban debido al mal calzado que llevaba en ese momento, así dejando a mi propia evidencia que mi única salvación era mi  casi inexistente fuerza en los brazos.

Sentía que iba a morir, la adrenalina me corría por las venas y creo que fui capaz de ver mis trece cortos años pasar en mis ojos. Me pregunté cómo estarían mi madre y mi hermano, y casi me dejo caer. Una mano se me soltó. La otra también. Caí unos centímetros y me agarré rápidamente de una raíz.

—¿Estás bien? —escuché decirme mi abuelo.

—Sí —le respondí—. Ten cuidado, no te distraigas.

«Llegar hacia arriba. Llegar hacia arriba. ¡Demonios, Melanie, pon tu mente en blanco!».

Juro que jamás me sentí tan bien como cuando salí de aquel encierro infinito. Unos minutos después, apareció mi abuelo. Su pierna sangraba.

—Me caí —dijo. No me preocupé por él.

Mountain.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora