—Mamá—dije cuando la encaré—. No sabía que estabas aquí...

—Estoy por irme, de hecho.

— ¡LEXIE! —Gritó Tristán. Mis mejillas las sentí calientes de pronto.

— ¿Ese es Tris? ¿Está bien? —Ella parecía preocupada. Después de todas mis relaciones fallidas, por fin había encontrado a un chico que le agradara.

—No, madre. Él no está bien.

— ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?

—No, estoy bien.

Leeeexdecía Tristán con voz cantarina.
—No se escucha bien. ¿Está ebrio?

—Claro que está ebrio, mamá. Lo peor es que también está deprimido—gruñí. Estaba enfadada—. Lo peor es que él no quiere darme explicaciones, sólo sospecho que está enfermo. Que tiene cáncer.

— ¿Crees? —Se llevó las manos a la boca, sorprendida. Otro grito de Tristán nos interrumpió y volteé los ojos.

—Tengo que ir con él. ¿Puedes cuidar el agua?

—Lexie—alcanzó a tomarme de la muñeca y su gesto se endureció—. No puedes seguir con esto. No es sano para ninguno de los dos.

— ¿Sano? —Me reí—. Nada de lo que queda de Tristán es sano. Es un muerto en vida y estoy a cargo de él.

Me soltó con brusquedad y volví al baño. Tris chapoteaba como un niño pequeño en la bañera.

—Está fría el agua.

—Sabes cómo cerrar una llave—me incliné para cerrarla y así solo dejar el agua caliente corriendo—. Era mi madre. A ella no le agradas.

—Bromeas, sabes que me ama. Quizá un poco más que tú.

—Basta, no es gracioso. Sólo cierra la boca.

—Sabes que es broma. Te amo y tú me amas.

—Entonces, porque te amo, déjame ir a terminar ese maldito té.

Cuando volví a la cocina, estuve a punto de agradecerle a mamá por no haber dejado que se evaporara el agua.
La que se evaporó fue ella. Se había ido.

—Gracias, mamá—canturreé y preparé rápidamente la bebida caliente. Le puse algo de azúcar, como le gustaba a Tris, y me apuré para regresar al baño.

Tal vez no era muy correcto beber algo así en esa habitación, pero situaciones extrañas requerían medidas extremas.
Sonrió cuando me vio entrar y le puse la taza entre las manos. Me quité la blusa tejida, ya que era lo único que traía puesto además de mis bragas, y la dejé en el suelo.

Me metí a la bañera con él frente a mí. Sus ojos centelleaban y conocía perfectamente ese gesto.

—No vamos a tener sexo.

—No quería—se encogió inocentemente de hombros y le dio un sorbo al té.

— ¿Cómo llegaste aquí? El auto no está afuera.

—Me trajo Jacob.

— ¡Lo odio! ¿Por qué dejaste que te hiciera esto? Te dejó solo en medio de la lluvia. Odio a Jacob, hablo en serio.

—Yo se lo pedí. Sé lo mucho que lo odias.

— ¿Y por qué, Tristán? ¿Por qué ellos no pueden preocuparse por ti como yo lo hago?

—Porque nadie me ama más que tú.

—Eso es... cierto. ¿No te has puesto a pensar que esto también es difícil para mí? No es sencillo estarte cuidando todo el tiempo.

—Lexie, yo nunca quise que sufrieras por mi culpa. Lo único que quiero es estar contigo mientras pueda... Y así me evito caer en depresión.

Así que yo era como su medicina.

Lo amaba, y a pesar de eso, estaba cansándome. Tristán no podía llegar así como así a casa, todo borracho gracias a sus amigos impertinentes.

—Me siento inútil—dije mirándolo fijamente. Quería que supiera que estaba hablándole en serio—. Quiero ayudarte, de veras, te amo, pero parece que me preocupo más que tú. No estás tomándote en serio todo lo que hago por ti, y no estoy echándotelo en cara... Sólo quisiera algo de seriedad de tu parte.

— ¿Crees que no me tomo en serio mi calidad de vida? Quiero decir, estoy muriéndome, Lexie... Cada día estoy muriendo un poco. Quiero estar todo el tiempo contigo y por supuesto no quiero que seas mi segunda madre. Lamento mucho haber llegado así... Fuiste la primera persona en la que pensé. Necesitaba estar contigo.

—Sabes que, aunque no lo quiera, estaré al pendiente de ti todo el tiempo. Incluso cuando decaigas y no me quieras cerca—la voz se me rompió. De sólo pensarlo quería llorar.

Tristán decayó una semana después.

En los ojos de Tristán | LIBRO IIWhere stories live. Discover now