Plumas Caídas

1 0 1
                                    


Érase una vez una niña muy alegre llamada Emmaline. Ella era la princesa de Ventralli y desde muy pequeña su actividad favorita era pintar. Tomaba el pincel y mezclaba colores, creando formas que dejaban sin aliento a cada persona que veía su trabajo.

Su vida en el palacio era genial y ella estaba muy contenta... excepto por el matrimonio que sus padres arreglaron. Le contaron que un día se casaría con el príncipe de Invierno, pero ella no podía soportar al muchacho. Él buscaba cada ocasión para molestarla, tiraba de su cabello e incluso arruinaba sus pinturas.

Ella no se quedaba atrás. Ideaba planes para dejarlo en ridículo o hacerle alguna broma de la que pasaría días riéndose. Le parecía tan extraño con sus grandes ojos azules y su cabello tan blanco como la nieve.

La inesperada "guerra" entre los niños estaba preocupando un poco a sus respectivos padres. Por más que lo intentaran y hablaran con ellos extensivamente, no lograban que se llevaran bien. Así que decidieron separarlos por un tiempo y esperar a que alcancen una mayor madurez para intentar que cambiara la relación que tenían.

Los niños se sintieron algo extraños al no verse entre sí. Después de tanto tiempo, sus peleas se habían vuelto algo que esperar, una forma de divertirse. Pero eventualmente siguieron adelante y ambos se convirtieron en unos jóvenes excepcionales.

Emmaline pasaba sus horas dibujando, sus pinturas quitaban el aliento a los visitantes que llegaban a Ventralli. Su pequeña hermana incluso estaba celosa de su talento.

Por otro lado, el príncipe se convirtió en un joven muy apuesto y llegó el día en que después de tanto tiempo volvería a ver a la princesa. Estaba muy nervioso, no sabía cómo reaccionaría. Ya no podían estar peleándose y el futuro de su reino dependía de su alianza. Esperaba que ella no fuese una niña mimada que se terminara burlando de él.

Pero cuando llegó al palacio Ventrallano, la princesa fue lo único que vio. Se había convertido en la joven más hermosa que hubiese visto y su carácter era tan impecable como sus pinturas. Era amable y dulce, dejando al príncipe completamente hechizado.

Pasaron varios días conociéndose, Emmaline estaba maravillada con el príncipe. Él era encantador y no paraba de cortejarla. La hacía sentir muy especial. A pesar de estar ya arreglado, él creyó apropiado pedirle su mano en matrimonio y ella no dudó ni un segundo en aceptar. Ambos se abrazaron rebosantes de alegría.

La fiesta de compromiso se realizó esa misma noche. Emmaline se vistió con un hermoso vestido blanco bordado con brillantes piedras que reflejaban la luz en toda la habitación, combinado con una elegante máscara de plumas blancas; incluso sus pestañas tenían brillo. Parecía un cisne.

Bailó y bailó, el príncipe sosteniéndola en sus brazos mientras ambos sonreían. Pero cuando salió un momento a tomar aire fresco, un malvado hombre la sorprendió, llevándosela lejos de allí. Él tenía los ojos más oscuros que haya visto. La joven no pudo hacer nada para escapar, pues él era muy fuerte y acabó atrapada en una cueva en las montañas. Buscó formas de salir, pero el lugar era un laberinto y el hombre que clamaba estar obsesionado con ella y quererla para él solo, tenía custodiada cualquier salida.

Esperó pacientemente durante días por la oportunidad ideal para escapar, un momento en que el hombre se descuidara. Seguramente la estarían buscando, pero Primoria era enorme y no sabrían en donde encontrarla.

Finalmente la oportunidad llegó una noche. Había memorizado los caminos de la cueva y justo el hombre se había quedado dormido después de tomar tanto vino. Ella se había comportado para obtener más libertades, pero no le había dado lo que el hombre tanto quería, así que él estaba ahogando sus penas. No que le importara a la princesa, después de todo él la había secuestrado. Pero su corazón tan bondadoso la hizo sentir un poco de lástima por él.

Una vez que estuvo segura de que él dormía profundamente, tomó su caballo y emprendió el camino de regreso al palacio. Cabalgó y cabalgó hasta que llegó de vuelta a Ventralli. Cuando se acercó a los jardines, vio al príncipe y sintió una alegría inmensa invadiéndola. Pero entonces vio que su hermana estaba con él y ambos estaban sonriendo y riendo. Emmaline retrocedió como si la hubiesen golpeado. Se sintió herida, traicionada. Parecía como si su ausencia no significara nada para ellos, como si no estuviese en peligro mientras ellos se divertían. Sintió su corazón romperse en pedazos y corrió lejos de ellos, necesitando pensar con claridad. Pero ese fue un mal movimiento, puesto que el hombre que la había secuestrado estaba justo detrás suyo y la atrapó nuevamente. Ni siquiera se había dado cuenta que la seguía tan de cerca. La muchacha gritó y pataleó, intentando zafarse de las garras del hombre.

De repente, sus brazos ya no estaban a su alrededor y la joven cayó al suelo por el cambio de peso. Cuando miró hacia arriba, vio al príncipe junto al hombre que acababa de dejar fuera de combate. Los soldados se apresuraron a apresarlo y el príncipe ayudó a Emmaline, pero ella no podía mirarlo a los ojos. Estaba lastimada y no quería hablar porque si lo hacía, sabía que comenzaría a llorar. El joven la observó preocupado y después de mucho insistir, logró sacarle la verdad en medio de lágrimas.

El príncipe secó cada una de ellas con sus pulgares. Su máscara blanca estaba sucia y le faltaba varias de sus plumas.

"Ella es tu pequeña hermana. No estoy interesada en ella" le aseguró. "Tal vez ella lo esté, pero tan solo es un flechazo, ya se le pasará."

Emmaline aún no lo miraba, así que él tomó su barbilla para encontrar sus ojos.

"Hay solo una chica para mí."

Ella se perdió en la sinceridad de sus ojos azules y le creyó de inmediato. Sabía que no sería la última vez que pelearían, después de todo, así era como habían interactuado en un principio, lo que los había convertido en más cercanos. Volvieron al palacio tomados de la mano, listos para finalmente comenzar su felices por siempre.

Érase una vez en VentralliWhere stories live. Discover now